Fechas y tiempos

Toledo

Buenos días nos dé Dios, don Carlos.

Como me niego a hablar del Black Friday, vamos a centrarnos en otra cuestión cronológica y es que se aproxima el puente de la Constitución y de la Inmaculada. Esta circunstancia va a suponer que muchas ciudades de España aprovecharán para encender sus respectivos, y en muchos casos, espectaculares alumbrados navideños desde este mismo fin de semana. Cuando uno es un hijo de la bendita y añorada E.G.B. me viene a la cabeza el recuerdo, o al menos la sensación, de que en verdad la Navidad justo arrancaba al terminar el señalado gran puente, es decir el 9 o el 10 de diciembre. Bien es cierto que resulta comprensible que se quiera aprovechar el reclamo de las luces navideñas para que la gente salga más a la calle, se active el turismo en la recta final del año, se estimule el consumo, etc., y por ello se haga coincidir el encendido con el último fin de semana de noviembre y los primeros días de diciembre.

Sin embargo, creo que resulta un tanto obvio que hay una sensación ligada a que cada vez las cosas llegan antes y cada vez todo es más rápido. El caso de la Navidad me parece palmario especialmente cuando ves que en algunas superficies comerciales el turrón, el mazapán y el resto de los dulces navideños llevan casi desde finales de septiembre en las estanterías. Antes teníamos muy claro, al menos eso creo yo, que cuando terminaba el verano, después venía el 12 de octubre con la festividad de la Hispanidad, posteriormente llegaba el 1 de noviembre con la festividad de Todos los Santos, luego venía una «larga travesía» hasta el mencionado puente de la Constitución-Inmaculada y finalmente entrábamos en el modo navideño total y absoluto. Pues bien, ahora todo se ha adelantando en especial, insisto, la Navidad.

Para apreciar el valor del tiempo, amigo Carlos, me vas a permitir que vuelva a tomar las palabras del gran San Isidoro de Sevilla al que había abandonado en las últimas secciones: «Consta, en efecto, que estos tres tiempos: pasado, presente y futuro, los descubre únicamente nuestro espíritu al recordar el pasado, contemplar el presente y esperar el futuro. De ahí que esperemos lo que está por llegar, contemplemos lo que es actual y hagamos memoria del pasado».

No obstante, no quiero que esta reflexión suene a una crítica a la luces de Navidad, ni muchos menos porque en ciudades como en Toledo cuando la noche está en su plenitud y coincide que hay un poco de niebla, la estampa es absolutamente maravillosa y evocadora. Es más, me atrevería a decir que si Dios pensó alguna vez en hacer una ciudad mágica, sería esa estampa descrita de Toledo en Navidad.

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Buenos días.