Linces y conejos
Cuando se quiere se puede y no hay problema ambiental que no tenga solución
Nómada del viento: Linces y conejos (03/12/2024)
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Toledo
En la escuela se enseña en la parte de Ecología que las poblaciones de Linces y Conejos se autorregulan con el paso del tiempo. Es decir, que al aumentar la población de conejos con un cierto desfase de años aumenta la de linces y cuando baja la población de conejos pasa lo mismo con la de linces. En definitiva, ya que el lince come conejos, lo que se saca como conclusión es que la disponibilidad de alimento, en este caso conejos, determina el aumento o disminución de sus depredadores, en este caso el lince.
Sin embargo, la historia del lince y los conejos en la península Ibérica también sirven como lección sobre las consecuencias de las acciones humanas sobre los hábitats naturales y la gran importancia de la biología de la conservación para proteger las especies. Ambas especies han pasado décadas muy males en donde sus poblaciones se vieron mermadas, el primero por el furtivismo y exceso de caza, y los segundos por distintas enfermedades víricas como es la mixomatosis. El virus que produce la mixomatosis fue introducido deliberantemente en Francia en 1952 por un bacteriólogo con objeto de reducir la población de conejos en su finca y se difundió rápidamente por toda Europa. En el caso de España, la rápida disminución de la población de conejos conllevo una reducción muy marcada de las poblaciones de sus depredadores. Esto afecto mucho al lince ibérico (Lynx pardinus) y junto al número de ejemplares muertos por persecución directa o atropellados en las carreteras, así como la destrucción, fragmentación y alteración de su hábitat (por intensificación agroforestal, cambios en la gestión cinegética, grandes infraestructuras, etc.) llevó a la especie a ser el felino más amenazado del planeta.
Con el paso de los años y por impulso de la colaboración entre las administraciones públicas y los científicos de bastantes instituciones se ha podido recuperar el número total de linces que tenemos en la península Ibérica. Esto demuestra que cuando se quiere se puede y no hay problema ambiental que no tenga solución, siempre que esta se quiera encontrar. Lo mismo pasa con los desastres naturales que hemos vivido en esta última década. Científicos y tecnólogos han aportado las soluciones para evitar o mitigarlos, solo basta que los que toman las decisiones finales las quieran aprovechar para el bien de todos.
Una especie, un espacio
El sonido de esta semana corresponde a lince ibérico en un atardecer en los Montes de Toledo. Es una especie de maullido que se asemeja al de sus primos cercanos, los gatos domésticos. En Castilla La Mancha hoy tenemos dos núcleos principales donde viven entre 600 y 700 linces ibéricos que corretean por los campos: Montes de Toledo en la provincia de Toledo y el Norte de Sierra Morena en la provincia de Ciudad Real. De hecho ya hay ofertas turísticas en distintas fincas privadas para ver esta especie tan emblemática de la fauna ibérica.