Pan de higo

Toledo

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

Contaba que había sido heavy, pero “heavy con melena”, remarcaba siempre con más nostalgia que orgullo. Y es que le gustaba Rosendo, y eso ya dice mucho y bueno de una persona.

Les confieso que mi primer recuerdo de él, allá por 2015, no es muy cordial; la noche electoral de las municipales y con más del 95% del voto escrutado, nos “quitó” un concejal cuando ya lo dábamos como nuestro. Él encabezaba la lista por Ciudadanos y yo, entonces en Izquierda Unida, la de Ganemos Toledo.

Todo lo demás que guardo en la memoria sobre Esteban Paños es noble, leal y amable y con el tiempo, entrañable.

En su visión de la política no cabía la ofensa, la falta de respeto o el ataque personal; no le vi cabreado ni una sola vez, y créanme que mantener la calma y la sonrisa en según qué debates, es complicado.

Cada año, cuando me tocaba dar explicaciones sobre el presupuesto de la concejalía de servicios sociales que me tocó gestionar, se acercaba a decirme que él con las políticas sociales no jugaba, que le daban igual las directrices que el partido le diera, que contábamos con su voto y que, si era necesario aumentar el gasto, tendría su colaboración. Lealtad, coherencia y una idea muy clara de que el único objetivo en política es hacer mejor la vida de la gente.

Pero claro, no se podía esperar otra cosa de quien ante la pregunta cortés de qué tal estás, respondía siempre con un sonoro “extraordinario” acompañado de una sonrisa. Siempre, incluso al final de su vida.

Quizás, ojalá, Rosendo se inspirara en alguien como Esteban Paños cuando compuso estos versos de aquel himno a la rebeldía que fue “Pan de higo”:

Voy a ser un chico inteligente

y ya no me la van a dar

nunca más.

Voy a ser un poco impertinente

y a caer un poco mal,

sin faltar

—  Pan de higo - Rosendo

Descansa en paz, Esteban, tus hijas pueden estar orgullosas. Y mucho.

Hasta el martes que viene. Besos.

Javi Mateo