La fatiga por compasión y la DANA

Albacete

En los recientes daños ocasionados por la DANA en España hemos visto multitud de personas que han acudido en ayuda de los damnificados. Pero ¿nos hemos planteado qué pasa con quienes tras un tiempo de trabajo, se han roto emocionalmente, desgastados por tanta circunstancia difícil?

Es lo que se denomina la fatiga por compasión. La DANA y el desgaste emocional son Dos realidades distintas pero vinculadas por el sufrimiento humano y el esfuerzo por aliviarlo. La fatiga por compasión es un fenómeno que experimentan quienes están constantemente expuestos al dolor ajeno.

Se estima que entre el 40% y el 70% de los profesionales de la salud, como médicos y enfermeros, experimentan algún grado de este síndrome a lo largo de su carrera. En el caso de los cuidadores no profesionales (como familiares de enfermos crónicos o dependientes), el porcentaje también llega a ser alto.

La necesidad de cuidar y acompañar puede, con el tiempo, generar un agotamiento emocional y físico que afecta no solo al desempeño profesional, sino también a la calidad de vida personal. La empatía, que es nuestra mayor herramienta, puede convertirse en una carga si no encontramos espacios para cuidar de nosotros mismos.

Por eso es vital hablar de este tema, normalizarlo y promover medidas como el apoyo psicológico, la formación en gestión emocional y el refuerzo de los equipos de trabajo. Las inundaciones han destruido infraestructuras y han afectado profundamente a miles de familias.

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Hemos visto cómo emerge una enorme corriente de solidaridad, con profesionales, voluntarios y vecinos ofreciendo ayuda inmediata. La DANA y la FATIGA POR COMPASIÓN están muy relacionados: cuando las catástrofes golpean, la labor de los equipos de emergencia es imprescindible, pero también los hace susceptibles a esta fatiga. Por eso, al hablar de resiliencia comunitaria, debemos incluir el bienestar de aquellos que cuidan de nosotros.

Quienes enfrentan estas situaciones estresantes deben ser conscientes de que existe salida al final del túnel. El sueño reparador y la alimentación saludable son prioridades a cuidar. Dedicar tiempo al ejercicio físico y a actividades placenteras ha demostrado ser de gran ayuda.

Hablar con amigos o familiares sobre las emociones experimentadas permite reconocer que no se puede resolver todo. Y en caso necesario, está bien pedir ayuda. La DANA nos ha recordado que somos vulnerables, pero también que juntos podemos superar cualquier adversidad. Solo así construiremos un futuro más solidario y sostenible.

Cuidar a los demás es un acto de amor y compromiso, y para hacerlo bien debemos cuidarnos a nosotros mismos.