Aeródromos, restos de trincheras y refugios antiaéreos: el rastro arqueológico de la Guerra Civil en Castilla-La Mancha
En 'El viaje empieza aquí' analizamos los restos arqueológicos que la contienda dejó en nuestra comunidad y que la naturaleza y el paso del tiempo han condenado al abandono
El viaje empieza aquí (30/11/2024)
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Toledo
Hace 85 años España vivió uno de los episodios de su historia más sangrientos. La Guerra Civil, para muchos la antesala de la Segunda Guerra Mundial, dividió familias y territorios y todavía hoy asistimos a algunos discursos que destilan nostalgia y que dulcifican lo que desencadenó aquel golpe militar a manos del general Franco en 1936. Nuestra región, como el resto del país, cuenta todavía con fosas comunes sin exhumar, donde yacen los restos de quienes sufrieron la represión de una dictadura que dejó un reguero de muerte y sufrimiento.
Mientras las asociaciones de memoria histórica luchan por la dignificación y de los cuerpos inhumados en estas fosas, hay un patrimonio arqueológico heredado de la Guerra Civil que languidece sepultado por la naturaleza y el paso del tiempo. Vestigios de aquel episodio que, como en el resto del país, también llenó Castilla-La Mancha de trincheras, campos de aviación y edificios civiles construidos con trabajos forzados. Una arqueología de la Guerra Civil que repasamos con Ángel Monterrubio, profesor de Historia de la UCLM.
Castilla-La Mancha contó con tres hechos de armas claves en la evolución de la Guerra Civil: la Batalla de Talavera, el asedio al Alcázar de Toledo y la Batalla de Guadalajara. En Talavera, el ejército sublevado que avanzaba desde Extremadura acabó con el último obstáculo importante en su camino hacia Madrid. El Alcázar de Toledo fue uno de los episodios más simbólicos de la contienda y un elemento propagandístico para ambos bandos. La Batalla de Guadalajara elevó la moral de los republicanos y retrasó la caída de Madrid.
Otros restos interesantes que aún se pueden rastrear son los de los del Frente Sur del Tajo, que hasta el final de la guerra ejerció de frontera entre los dos bandos, se conservan aún restos de trincheras, posiciones y fortines que se pueden ver con facilidad siguiendo el curso del río a ambos lados. Otro episodio clave en la Guerra Civil fue la Batalla de Guadalajara. A ambos lados de la A-2, desde Almadrones a Torija, hay innumerables restos de fortificaciones y trincheras que deberían ser inventariados y recuperados. Destacan las de Argecilla.
Monterrubio destaca también los refugios antiaéreos de la Fábrica de Armas de Toledo, ubicados en las inmediaciones de la Puerta de Obreros y posteriores a los bombardeos de artillería republicanos que esta instalación sufrió en la primavera de 1937. En el Pico de Noez, a 1.034 metros de altitud, y accesible en coche, bicicleta o a pie, se conservan los restos de una trinchera u observatorio, y en el cerro del Castillo de Abánades, en Guadalajara, encontramos algunas de las fortificaciones de la Guerra Civil más importantes por su extensión y mejor conservadas.
Los aeródromos de la guerra
En 'El viaje empieza aquí' hemos recordado además algunos de los aeródromos que ambos bandos utilizaron durante la contienda. En algunos de ellos aún se pueden encontrar algunos restos que dan idea de su actividad. Uno de los que se encuentran en mejor estado de conservación es el aeródromo republicano de Saceruela, en Ciudad Real, donde se ha recuperado uno de los hangares y donde el Ayuntamiento proyecta un centro de interpretación. Es uno de los mejor conservados de todo el país y ya lo han visitado más de mil personas.
Destacan también los aeródromos republicanos de San Clemente (Cuenca) -base de una escuadrilla de bombarderos Tupolev SB-2 y Polikarpov I-15- y Mora (Toledo), donde se conservan algunos refugios y hangares. La localidad fue objetivo militar de la aviación franquista por disponer, creían, de una fundición reconvertida en fábrica de explosivos. Destaca también el campo de aviación de Sisante (Cuenca), importante por su depósito de recambio de motores y talleres móviles, y del que aún se conservan algunos restos camuflados entre los cultivos.
El campo de avión de Tomelloso, en la carretera a Sotuélamos, tuvo mucha importancia estratégica en la séptima región aérea. Contaba con edificios para el cuerpo de guardia, residencias para pilotos y mecánicos, y refugios. Desde él operaba la primera escuadrilla del Grupo 12 con tripulaciones rusas y junto con los campos de Sisante, San Clemente y Los Llanos, fue base de los bombarderos rusos Tupolev SB-2 "Katiuskas". Destaca también el campo republicano de Madridejos, que contaba con refugios, casas de oficiales y pilotos y un refugio subterráneo.
En el bando de los sublevados, sobresale el aeródromo de Velada, en Toledo. Se construyó en los primeros meses de la guerra, tras la entrada de las tropas franquistas en Talavera, y tuvo una gran actividad en los primeros meses de la contienda por la actuación de la Aviación Legionaria italiana. El bando nacional también erigió tres aeródromos en Talavera de la Reina: los de Prado del Arca -bombardeado por los republicanos en varias ocasiones-, Balsadero -cerca de Gamonal- y Palomarejos, este último utilizado desde los años 30 como campo de maniobras.
José C. Rejas
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Redactor en SER Toledo. Desde 2021,...