Opinión

Música clásica

Se ha pasado semanas escuchando a Chuck Berry, a los Beatles, a Aretha Franklin, a Bob Dylan, a los Who, los Doors ¡y hasta los Sex Pistol!

La mirada de Toledo: Música clásica (17/12/2024)

Toledo

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

Se llama Lara, y tiene un trabajo poco reconocido y difícil: es profe de música en un instituto público, el del Casco. Seguro que no debe ser nada fácil para ella despejar cabezas atiborradas de Spotify, You Tube o Tik tok para intentar explicar que la música es mucho más que todo eso o que a emocionarse con ella se aprende. Pero Lara, este trimestre, ha puesto ya un granito de arena para conseguirlo.

Imagino que estarán de acuerdo conmigo en que la educación musical en los centros educativos es escasa y que en raras ocasiones se afana en abrir a la diversidad musical las mentes reguetoneras de nuestros hijos o en intentar acercarles los maravillosos misterios de un instrumento más allá del carillón o la dichosa flauta dulce.

Y es que no sé a quien se le ocurrió la absurda idea de que los programas educativos contemplen lecturas literarias, extensos trabajos de historia o murales sobre valores pero no escuchas musicales para que los alumnos trabajen sobre ellas, aunque sea con un power point, un canva o la plataforma que esté ahora de moda.

Se que estoy generalizando, pero lo habitual es pasar años de cole e instituto aprendiendo curso tras curso el valor de una nota corchea o la fecha de nacimiento de Mozart en vez de ofrecer la experiencia de que alguien les destripe, les explique y les haga emocionarse con la quinta de Beethoven, Bohemian Rapsody o Mediterráneo de Serrat.

Así que imaginen mi sorpresa cuando hace unas semanas mi hijo Miguel, de 15 años, comenta que en el examen de música de esta evaluación entraba el rock and roll, el doo-wop, el pop, el soul y el punk. Creí que era una broma, que me tomaba el pelo para vengarse por las turras que a él y a su hermano les doy con las canciones, los conciertos, los músicos o con mis frustrantes y sonoros intentos de dominar un instrumento.

Pero era cierto. Se ha pasado semanas escuchando a Chuck Berry, a los Beatles, a Aretha Franklin, a Bob Dylan, a los Who, los Doors ¡y hasta los Sex Pistol! Semanas escudriñando con curiosidad e interés una elaborada lista de reproducción con casi 50 temas en la que la profesora ha incluido canciones, artistas y tipo de música. Un lujo.

Todo, además, con efecto colateral incluido: no es sólo que durante ese tiempo en la cena hayamos hablado de los Rolling, Buddy Holly o Gloria Gaynor; es que en dos semanas no se ha oído en casa a Quevedo o Bad Bunny, y eso… eso no tiene precio.

Deseando estoy que llegue la próxima evaluación, a ver qué suena.

No se qué notas traerá Miguel este trimestre, pero si ha aprendido a disfrutar de Elvis, Freddy Mercury o Led Zeppelin, a mí, me vale.

Y a él, aunque aún no lo sepa, también. Gracias, Lara.

Hasta el martes que viene, besos.

Javier Mateo

Educador social y exconcejal del Ayuntamiento...