"Con esperanza y en familia": así será la Navidad en los pueblos afectados por la dana

Cuenca

María Ascensión Pérez Soriano, vecina de Mira (Cuenca) nos ha contado en una entrevista en Hoy por Hoy Cuenca cómo vivió las riadas provocadas por la dana durante la madrugada del 29 al 30 de octubre de 2024. La inundación afectó gravemente a su vivienda, ubicada cerca del río Ojos de Moya que se desbordó causando graves daños en esta localidad conquense y provocando la muerte de una mujer de 88 años y el rescate de varias personas atrapadas en sus viviendas.

“El agua entró tanto por la parte baja de la casa como por la calle superior, reventando ventanas y arrastrando coches y una moto”, nos ha contado. Estaban en casa cuando ocurrió. “Aunque inicialmente creímos que la situación estaba bajo control, el nivel del agua subió repentinamente, causando un caos absoluto”.

Ascen nos ha contado “la angustia de ver coches flotando y contenedores arrastrados por el río, una experiencia que me generó una crisis de ansiedad”.

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Solidaridad

La solidaridad entre los vecinos fue crucial aquella noche. Ascen llamó a su vecina “para alertarla y animarla a buscar refugio”. Sin embargo, recuerda con impotencia cómo “veía a personas mayores atrapadas mientras el agua seguía subiendo, sin poder ayudarles”. Esa sensación de vulnerabilidad y miedo quedó profundamente marcada en su memoria.

Al día siguiente, cuando amaneció, el impacto de las riadas era devastador. Sin embargo, Ascen destaca “la movilización de voluntarios y vecinos que se organizaron rápidamente para limpiar y ayudar”. Esta vecina de Mira ha mostrado su agradecimiento “por la cantidad de personas que acudieron a apoyar, especialmente la juventud”.

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También valora “el esfuerzo de los agricultores del pueblo que utilizaron tractores y maquinaria para despejar las calles. En apenas dos días, las calles estaban limpias”, dice, aunque el daño en las viviendas seguía siendo evidente.

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Los daños

En su caso, la riada “derribó un muro y dañó gravemente las puertas del garaje y la planta baja de su casa”. Afortunadamente, pudieron seguir viviendo en la planta superior, “aunque estuvimos varios días sin luz ni calefacción. La ayuda de familiares y voluntarios fue clave para sobrellevar esos días difíciles”.

Ascen confiesa que la experiencia la dejó “emocionalmente afectada”. Aunque se siente agradecida porque su familia está a salvo y los daños han sido materiales, no puede evitar “sentirse culpable al pensar en quienes han perdido más”. Ha buscado apoyo psicológico para afrontar las secuelas emocionales, como episodios de ansiedad, y confiesa que “los recuerdos del ruido del agua y el caos” siguen persiguiéndola.

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La recuperación

La recuperación del pueblo de Mira avanza lentamente. Una decena de viviendas quedaron en ruinas y cerca de un centenar sufrieron algún tipo de daños, y aunque las reparaciones de exteriores han comenzado, queda mucho por hacer en el interior de las casas.

Voluntarios y vecinos unidos en la reconstrucción de Mira tras la riada por la DANA

“El estado de ánimo de la gente del pueblo es sombrío”, dice Ascen. “Aunque hay esperanza, el impacto emocional de las riadas es evidente”, y recuerda con tristeza el caso de un vecino artista que perdió todas sus obras, reflejando cómo el desastre afectó tanto lo material como lo emocional.

La Navidad

A pesar de todo, María trata de mantener “una actitud positiva” de cara a la Navidad, aunque reconoce que “será una celebración diferente”. Planea reunirse con su familia en Valencia y centrarse en “estar juntos, buscando aliviar la tristeza con el calor familiar”.

Su testimonio refleja tanto el dolor y la pérdida causados por el desastre como la fuerza y solidaridad que emergen en tiempos de crisis.