La sociedad del deterioro

Toledo

Sin pretender ser muy catastrofista diré que a veces caigo inmersa en el pensamiento de vivir en una sociedad que parece desmoronarse a pedazos. Como si todo nos diera igual, como si la historia no nos hubiera enseñado nada. No digo que me pase siempre, ya que intento quedarme con lo bueno de las personas y de las situaciones en la que me desenvuelvo, pero, mirando alrededor con una mirada sociológica ¿no veis como si nos estuviéramos acostumbrando a la indiferencia?, como si nos costara ayudar sin esperar algo a cambio o confiar en el otro sin temor a ser traicionados, en definitiva, como si viviéramos prisioneros del miedo y rehenes de la desconfianza.

Esto me recuerda al caso de Kitty Genovese, una mujer neoyorkina de 28 años asesinada cerca de su casa hace justo 60 años y del que se dice que, aunque hubo 38 ciudadanos que escucharon desde sus casas como Kitty pedía ayuda, ninguno hizo nada por evitarlo más allá de gritar al asaltante.

A partir de este asesinato se desarrolló el conocido efecto espectador o síndrome Genovese, que viene a decir que, es menos probable que alguien intervenga en un caso de emergencia o de extrema necesidad cuando hay otras personas que lo pueden hacer que cuando se está solo o, dicho de otra manera, las personas somos individualmente diferentes ante una emergencia cuando nos encontramos en grupo, ya que solemos dar por hecho que otra persona reaccionará.

El efecto espectador solo en combatible mediante la acción, un pequeño gesto puede marcar la diferencia entre la indiferencia que decía al principio y la esperanza, la sociedad cambia cuando decidimos no callar ante los hechos injustos, cuando decimos nuestra verdad, cuando nos relacionamos desde el amor y la bondad. Habrá que despertar de este mal sueño y sacudir la pereza, armarnos de valor y trabajar en ser mejores personas ya que una sociedad resiliente y solidaria depende de nuestras acciones y omisiones.