Eso de lo social

Toledo

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

Hay situaciones en las que el uso de eufemismos, metáforas, ambigüedades y demás rodeos, deberían estar prohibidos; alejan la crudeza de la verdad, contribuyen a ocultar la realidad y desvían la mirada de lo importante. Así que déjenme que se lo diga a las claras: se llamaba Belén y la han asesinado en su puesto de trabajo.

Como todas las profesionales de la intervención social, Belén seguro que era consciente de los riesgos asociados a su empleo, aunque estos ni se reflejen cada mes en su nómina ni tenga el reconocimiento ciudadano que merece. Al fin y al cabo, era una trabajadora de eso que llaman “lo social”, de esas que se dedican, nos dedicamos, a trabajar, cuidar, educar, proteger, acompañar, atender, apoyar, defender, dignificar… a las personas más vulnerables, desprotegidas y abandonadas de nuestra sociedad. A esas a las que el sistema, en muchos casos, prefiere esconder detrás de protocolos absurdos y programas sin sentido para poder pensar que no existen, que no son un problema y que unos pocos no pueden estropear el mundo idílico en el que nos gusta pensar que vivimos.

Seguro también que Belén se hartó de explicar que no era una monitora, que no era asistenta de nada, que no era “la chica de los pisos” o que su trabajo no era entretener o mantener ocupados a unos niños malos. Belén era una profesional de la intervención social, y como tantas compañeras, trabajadoras o educadoras sociales, era una profesional formada, competente, con años de estudio y práctica, un título que la avalaba y un colegio profesional que la protegía.

Las comunidades autónomas (y Castilla-La Mancha no es una excepción) privatizan los servicios sociales con el único y premeditado fin de abaratar su coste, delegar su responsabilidad y tener un culpable ajeno cuando algo sale mal. Eso ya está inventado, se llama vender lo público y sólo trae rebaja en la calidad del servicio que se presta y precariedad en las condiciones laborales.

Y así pasa. Belén, de 35 años, fue asesinada en Badajoz por tres menores en el piso tutelado en el que trabajaba como educadora. Estaba ella sola, no había apoyo, no había seguridad, compañera ni protocolo que la protegiera y los presuntos asesinos ya habían sido denunciados con anterioridad.

Belén, claro, trabajaba para una empresa privada a la que seguro que la Comunidad Autónoma competente pide ahora explicaciones, para eso la tienen, para que les sirva de pantalla barata y de excusa imposible.

Se llamaba Belén, Belén Cortés y la han asesinado en su puesto de trabajo.

Hasta el martes que viene. Besos.