Para bellum

Toledo

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

La respuesta sumisa, obediente y a veces bochornosa de los gobiernos europeos a los exabruptos y amenazas de Trump en referencia al gasto en defensa, evidencia que el miedo y la amenaza funcionan todavía. El mundo se ha convertido en una mala película americana de instituto en la que el capitán del equipo, bravucón, inculto y grosero campa a sus anchas por el patio del recreo mientras los que aspiran a ser populares le ríen las gracias, le hacen la pelota y pisotean a quien haga falta con tal de malcomer en la mesa del líder.

La competición de excusas y frasecitas tontorronas para justificarlo que hemos escuchado estos días, sonroja a cualquiera que se pare a pensar un momento en el fondo de la cuestión. Por cercanía, menciono sólo la de nuestro presidente regional, García-Page, siempre al quite de un hueco para colar una frase tan vana como resultona: “más caro sale la inseguridad” dijo. Lo curioso es que el sesudo argumento sólo le vale para defensa, pero se ve que no funciona para las listas de espera, la falta de profesores o la escasez casi escandalosa de trabajadores y educadores sociales. Y eso que esas tres, sanidad, educación y servicios sociales, sí son de su competencia.

Pero casi tan preocupante como las respuestas de los gobiernos, ha sido la sencillez con la que el argumento del gasto en armas se ha colado en las conversaciones cotidianas de una ciudadanía que parece dispuesta a lo que haga falta con tal de no detener, aunque sea un instante, su trepidante ritmo de vida para reflexionar. Y claro, ya saben como somos, o estás a favor o en contra; un sí o un no ¡pero ya, sin pensar, vamos, vamos decídase!...

Así que todo parece que se reduce a estar en el bando de la gente seria y responsable, los que quieren comprar misiles y barcos para protegernos, aunque no sepamos de quién o de qué o en el de los irresponsables e ingenuos idealistas desinformados que no están preparados para entender lo que pasa.

Debo estar en el segundo, porque la respuesta que me hubiera gustado de nuestro gobierno es que sí, que vamos a subir el gasto al 2% del PIB, pero en investigación científica. Eso sí que es invertir en defensa, eso si que hubiera sido plantarle cara al matón del patio.

Uno de los grandes de nuestra literatura, el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, dijo con acierto que “existe un estado de guerra permanente desde que existe una industria del armamento permanente”. Ojo, a ver si al final esto va a ir de dólares y negocio para los de siempre y no de seguridad y defensa.

Hasta el martes que viene. Besos.