Verdad, reparación y justicia

Albacete

Esta semana nos ha dejado Juan Antonio Mata, veterano sindicalista vinculado estrechamente a CC.OO. De su larga trayectoria quiero recordar su participación en la primera corporación municipal de Albacete, después de la recuperación de las libertades democráticas, en abril de 1979 militando en las filas del PCE. La historia reciente de nuestra provincia cuenta con otro personaje que requiere un merecido reconocimiento. Como historiador e investigador que contó con su testimonio quiero agradecerle su colaboración y compromiso y dedicarle estas palabras.

Primero: De unos años a esta parte, muchos docentes vienen avisando de un aumento de los posicionamientos de ultraderecha entre sus alumnos adolescentes. Son cada vez más los jóvenes que ahora reconocen que les da “un poco igual” vivir en un sistema democrático o en una dictadura. Están en contra del feminismo, y hablan bien de Franco, profieren insultos racistas y amenazan a homosexuales y a emigrantes. Suelen ser chicos, porque ellas son más feministas y de izquierdas. Los expertos advierten que estamos ante un grave problema en el que confluyen varios intereses. Sabemos que el odio circula muy bien en las redes sociales y genera dinero. La extrema derecha se ha convertido para muchos adolescentes en referente de su rebeldía, tradicional contra el orden patriarcal, es decir, una característica que siempre ha funcionado en esas edades, que además les ofrece refugio en un periodo de grandes crisis, desde la climática hasta la económica. Y todo ello en un contexto de desestabilización de las sociedades europeas y, en general, de las democracias.

Segundo: La educación universitaria también está sufriendo la llegada de esta generación. Joaquín Urías, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, ha recibido amenazas por parte de estudiantes ultraderechistas por decir que dinamitaría la cruz del Valle de los Caídos, ahora renombrado como Cuelgamuros. El pasado martes estudiantes de Falange pintaron la puerta de su despacho con un mensaje amenazador: “El Valle no se toca” junto a la inscripción de Juventud Falangista Española-Sindicato Español Universitario, el único que había en la universidad durante la dictadura franquista, además de varias pegatinas con el mensaje “Dios está con nosotros”. Durante un consejo de departamento, un estudiante ultraderechista increpó a Urías diciéndole que “quien siembra vientos, recoge tempestades y que los rojos fusilados fueron bien fusilados”.

Tercero: El pasado 11 de marzo diversos medios de comunicación se hicieron eco de la sentencia de un Juzgado de Cádiz que condena al catedrático de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá y a diversos medios, por intromisión ilegítima al derecho al honor de Antonio Luis Baena Tocón, secretario judicial que participó en el proceso incoado contra el poeta Miguel Hernández que le costó la vida. Dicha sentencia representa una amenaza evidente contra el derecho a la investigación sobre el pasado incómodo y traumático de nuestro país que comprende el golpe, la guerra y la dictadura. Diversos colegas y asociaciones han expresado un rotundo rechazo a que se anteponga el “derecho al honor” a la defensa del derecho a la verdad, la reparación y la justicia. Sólo podemos mostrar nuestra preocupación por los efectos restrictivos que este tipo de resoluciones entrañan para la libertad de los investigadores de realizar su trabajo y cumplir el servicio público de investigar el pasado que tenemos encomendado.

Estos tres casos me llevan a defender el conocimiento de nuestra historia desde el rigor y la defensa de un patrimonio que nos pertenece y que debemos preservar y conservar en las mejores condiciones posibles para que no nos hurten la posibilidad de analizarlo y difundirlo. Está en juego la formación política y en valores que muchos chavales reciben sin supervisión de nadie con las lamentables consecuencias expuestas.