Toledo repara las cicatrices de su muralla: el desafío de conservar siglos de historia y compaginar la vida urbana
Las murallas de Toledo han sufrido múltiples restauraciones, no siempre adecuadas, que han provocado en la actualidad problemas de estabilidad

CO-SER | Las murallas de Toledo y su conservación
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Las imponentes murallas de Toledo son uno de los "emblemas" del patrimonio histórico de España, tal y como las describió este lunes el propio ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Durante su visita, el ministro anunció que estas murallas recibirán una nueva intervención de rehabilitación, que asciende a 1'2 millones de euros y que tiene como objetivo restaurar varias zonas de la misma durante los próximos 18 meses, con el fin de preservar y consolidar esta joya arquitectónica.
El ministro destacó la importancia de este proyecto en el contexto de la preservación del patrimonio cultural y aseguró que la intervención será "clave para garantizar la estabilidad de estos monumentos tan emblemáticos, que han resistido el paso del tiempo". Esta nueva actuación, comandada por técnicos del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), se centrará en diversas zonas afectadas por las inclemencias meteorológicas y la aparición de humedades.
Para profundizar sobre los detalles de esta rehabilitación, hemos conversado con Antonio Gómez, arqueólogo con una amplia experiencia en la restauración de las murallas toledanas. Gómez ha trabajado en varias ocasiones los trabajos de conservación de este monumento y recientemente ha colaborado en la redacción de este nuevo proyecto.
La muralla de Toledo, que rodea casi toda la ciudad y abarca aproximadamente 4 kilómetros, "es uno de los monumentos más complejos de restaurar", según ha asegurado, debido a su variada construcción por épocas y más aun cuando su estructura ha sufrido múltiples modificaciones a lo largo del tiempo.
"Las murallas de Toledo han sido sometidas a numerosas restauraciones y reparaciones a lo largo de su historia, lo que ha generado problemas de estabilidad. Las reparaciones antiguas no siempre fueron las más adecuadas, y eso condiciona el mantenimiento actual", nos ha contado Gómez, destacando que las intervenciones pasadas, aunque necesarias en su momento, no siempre se han realizado con los mejores estándares de conversación como sí pueden serlo los actuales.
Los principales daños que se han identificado pasan por cuestiones como la aparición de humedades o la degradación de la mampostería también debido a la acción del agua. "El agua es uno de los principales enemigos de la muralla, tanto por las lluvias intensas como por fenómenos como las 'DANA'", pero también influyen en ella las olas de calor. Esta variabilidad de temperaturas, de heladas con Filomena, a temperaturas que superan los 40º C, deterioran el material de forma acelerada.
La tecnología de última generación, una aliada en la conservación
Una de las grandes ventajas con las que los técnicos y restauradores cuentan hoy en día son los avances tecnológicos. El de herramientas modernas, como drones y escáneres láser, permiten realizar un análisis detallado del estado de conservación de cada tramo de la muralla. "Estas herramientas permiten hacer intervenciones mucho más precisas", casi como si fuesen cirujanos del patrimonio.
Además de la restauración de las estructuras, la rehabilitación también de las murallas también se suele centrar, sobre todo, en mejorar la estabilización de las cimentaciones. "Por ejemplo, en algunos tramos se ha identificado que la base de las murallas ha quedado expuesta, lo que genera incertidumbre sobre la calidad de la cimentación. Es fundamental restaurar esas bases para asegurar la estabilidad a largo plazo", ha indicado Gómez.
El gran reto: compaginar el tráfico con la conservación del patrimonio
Uno de los grandes retos a futuro que enfrentará Toledo es cómo equilibrar la conservación de su patrimonio con las necesidades de una ciudad moderna, especialmente en áreas como la Puerta de Bisagra, donde el tráfico rodado es protagonista. Por eso, según Gómez, es necesario estudiar cómo el tráfico afecta a los monumentos y buscar soluciones para minimizar su impacto. "Generar soluciones para que el tráfico actual no afecte, o afecte lo mínimo a los monumentos, es un reto interesante", ha dicho.
En este sentido, el arqueólogo ha puesto el ejemplo de los puentes de Alcántara y de San Martín, por los que hace años pasaba el tráfico rodado y era completamente imposible pensar otra vía, pero se ejecutaron otras vías. "Soluciones seguro que hay, lo que pasa es que hay que asumir que esa solución modificará la forma de interactuar que tenemos los ciudadanos con la muralla o la puerta de Bisagra".




