Érase una vez un río
Ha sido como si escucháramos hablar a nuestros mayores cuando nos decían la vida que se hacía junto al majestuoso Tajo

La mirada de Toledo: Érase una vez un río (03/04/2025)
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Toledo
Buenos días nos dé Dios, don Carlos:
Si tus oyentes lo recuerdan, la semana pasada sustituimos nuestra habitual sección por una entrevista sobre las jornadas acerca del mito del vampiro que se celebraron el pasado domingo en el toledano y mágico castillo de San Servando.
Pues bien, retomamos la sección cambiando por completo el tercio temático, aunque nuevamente ajustándonos a la actualidad y la actualidad estos días tiene cuatro letras: la t, la a, la j y la o. Por si esta mañana el café no ha hecho su correcto efecto, vamos a juntar esas cuatro letras para obtener una palabra sin la que no puede entenderse la Ciudad Imperial, es decir, nuestra ciudad; me refiero a la palabra Tajo, nuestro río.
Tras las intensas lluvias del mes de marzo hemos visto cómo nos hemos encontrados con unas llamativas playas que han atraído a propios y extraños a la orilla de nuestro río para generar estampas propias de otro tiempo. De hecho, ha sido como si escucháramos hablar a nuestros mayores cuando nos decían la vida que se hacía junto al majestuoso Tajo…ah, Señor… como diría el poeta «quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras».
Te imaginas, Carlos, que la ciudad de Toledo tuviese un río en el que poder tumbarnos junto a su orilla, escuchar su curso limpio y lleno de fauna y vegetación, incluso disfrutar de una zona de embarcación y, puestos a soñar, una pequeña aérea de baño. Te imaginas, amigo mío, lo que supondría eso para toledanos y visitantes. Y puestos a rizar el rizo, te imaginas que todo ese escenario también se diese en otras dos ciudades castellanas muy ligadas al Tajo como son Aranjuez y Talavera de la Reina. Madre mía…qué pasada sería.
Para cerrar esta reflexión, o tal vez ensoñación, voy a tomar otra vez los versos de un poeta, pero en este caso netamente toledano como es nuestro Garcilaso de la Vega:
«Con tanta mansedumbre el cristalinoTajo en aquella parte caminaba…»
Y aquí me quedo. Buenos días.

Daniel Gómez Aragonés
Historiador, escritor y colaborador de SER Historia




