Ramón, el eterno guardián de la Balompédica

Cuenca

Ramón Núñez Calero es historia viva de la Balompédica. Nadie ha defendido la camiseta blanquinegra durante más temporadas que él. Fue portero del Conquense durante 17 campañas en dos etapas distintas desde 1974 hasta 1992.

Su vínculo con el equipo comenzó gracias a su hermano Paco, quien también jugó un par de temporadas. Al principio, Ramón subía como recogepelotas, pero pronto comenzó a jugar de portero. Desde pequeño, el fútbol fue su pasión, disfrutando de los partidos con sus amigos en las Eras del Tío Cañamón. La portería era su debilidad: “No se me daba mal y, además, era muy valiente”. Destacaba por su envergadura y por sus “manos fuertes y grandes por estar en la obra siempre trabajando”.

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A lo largo de su trayectoria, jugó con tres generaciones de futbolistas conquenses. “Empecé con los más veteranos, como Daniel Gil, Andrés Álvarez o Jesús Abarca; después con Félix, Arguisuelas o Taravilla; y al final con los más jóvenes, como Segovieta, Miguel Ortiz o Herráiz”.

Diecisiete temporadas dan para muchos recuerdos. Su mejor momento fue la victoria en la final de la Copa de la Liga de Tercera División contra Las Palmas Atlético, en el partido en el que se inauguró la iluminación artificial en la antigua Fuensanta. Aquel día, el árbitro Esquinas Torres, quien más tarde llegaría a Primera División, le perdonó la expulsión tras cometer una falta fuera del área en un mano a mano con un delantero rival.

También guarda buenos recuerdos de la eliminatoria de Copa del Rey contra el Valencia de Alfredo Di Stéfano y de un partido contra el Móstoles en el que detuvo dos penaltis.

Hoy en día, Ramón sigue al Conquense, aunque solo puede ver los partidos entre semana. Los fines de semana los pasa en Caracenilla, el pueblo de su esposa, donde disfruta del huerto y de la caza. Eso sí, no se perdió los encuentros de la Copa del Rey, en los que su Conquense puso contra las cuerdas a toda una Real Sociedad.