El sonido de una ciudad: la historia del tambor de las Turbas de Cuenca

Cuenca

Cada madrugada de Viernes Santo, la ciudad de Cuenca se estremece al ritmo de los tambores y clarines de las Turbas. Es un estruendo profundo, tribal, casi ancestral, que convierte a la procesión Camino del Calvario en una experiencia única. Unos 2.400 nazarenos de la ciudad se han acreditado este año para participar como turbos en el desfile.

Pero ¿qué hay detrás de esta tradición tan arraigada? El musicólogo y profesor Marco Antonio de la Ossa se ha propuesto responder a esa pregunta con una investigación que presentó en el I Congreso Internacional del Tambor celebrado en Murcia.

“Era una investigación que llevaba años rondándome la cabeza”, ha confesado Marco en una entrevista en Hoy por Hoy Cuenca. “He sido turbo desde niño, y eso tiene una implicación emocional muy fuerte. Me daba cierto respeto enfrentarme a ello desde la perspectiva académica, pero sentía que era necesario”.

Su trabajo, titulado El tambor en la procesión Camino del Calvario de Cuenca: una aproximación a las turbas, no solo ha despertado el interés del mundo académico, sino también del propio colectivo de turbos. “Se ha publicado en el Memorial de Turbas de este año y está disponible gratuitamente para quien quiera leerlo. Espero que la gente lo disfrute y reflexione sobre esta tradición tan nuestra”.

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¿Qué son las Turbas?

Pero, ¿cómo definir lo que son las turbas? No es tarea fácil. “Pérez las describe como una representación tumultuosa del acompañamiento a Jesús hacia el Calvario, que se convierte en plegaria con cada porreo de tambor y cada clarinada. Valero habla de una manifestación religioso-pasionaria que rompe los esquemas y despierta emociones intensas”, explica el investigador.

Según De la Ossa, las Turbas encierran una complejidad que va más allá de lo religioso. “Tienen un componente antropológico, sociológico y musical muy potente. Conviven lo atávico con lo cultural, lo familiar con lo contestatario, lo hedonista con lo religioso, lo político con lo ritual... Es imposible buscar una única definición. Cada turbo, en el fondo, tiene su propia interpretación”.

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La historia

La investigación de Marco Antonio también se detiene en la historia de esta manifestación. “Las fuentes escritas son escasas antes del siglo XX. Se ha hablado de la ‘procesión del escarnio’, pero el término ‘turbas’ no aparece hasta principios del siglo pasado, en una publicación periodística que alude al grupo de clarines y tambores que acompañaban a Jesús Nazareno”, apunta. “Lo anterior lo conocemos por testimonios orales, pero no hay certeza sobre cómo era realmente la tradición antes de finales del XIX”.

Uno de los capítulos más reveladores del estudio tiene que ver con la evolución sociológica del grupo de turbos. “Después de la Guerra Civil, hay más documentos y fuentes. Sabemos que en sus inicios modernos participaban sobre todo las clases más humildes de la ciudad, muchas veces recibiendo una parvedad por tocar el tambor o el clarín. Incluso se ha documentado que algunas de estas familias habían tenido vinculación con el bando republicano durante la guerra”.

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A partir de los años 40, empieza un proceso progresivo de integración de otros sectores sociales. “Las familias pudientes comienzan a sumarse a las Turbas, y con los años, se va ampliando el grupo. La masificación llega sobre todo en los años 70, cuando mucha gente de fuera venía a Cuenca atraída por el estruendo y el ambiente, no siempre con la actitud más respetuosa”.

Evolucionar

Aquellos años de excesos y descontrol, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, dejaron una huella. “Hubo disturbios, comportamientos inapropiados. Pero también nos sirvieron para aprender y evolucionar”, dice De la Osa. Un punto de inflexión importante fue la procesión de 2003, cuando ni la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador ni el grupo Turbas participaron en el desfile. “A partir de entonces, se ha trabajado mucho para recuperar el sentido de la tradición y dotarla de serenidad”.

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Uno de los cambios más significativos de las últimas décadas ha sido la incorporación de la mujer. “Su presencia ha sido clave para equilibrar la energía del grupo. Como digo en el estudio, cuando hay mucha testosterona, a veces cuesta reflexionar. La mujer ha aportado otra mirada, otra forma de vivir la tradición, y eso ha contribuido a limar asperezas y a poner las cosas en su sitio”.

Además, el grupo Turbas se ha constituido como Asociación de Fieles, y la Hermandad ha revisado su papel y su relación con el grupo. “Es responsabilidad de todos evitar que se repitan errores del pasado y seguir cuidando esta tradición, que es parte esencial de nuestra identidad”.

Las burlas en Murcia

El estudio de Marco Antonio también compara el sonido del tambor conquense con el de otras procesiones similares, como la de las burlas de Murcia.

"Participé en el congreso de Mula, otra ciudad con gran tradición tamboril, y es impresionante lo parecidos que son los sonidos. Aunque cada uno tiene su esencia, se nota que comparten un sustrato común que va más allá de lo local”.