Vámonos pa la Feria

Talavera de la Reina

No sé qué tiene la Feria de Talavera, pero cada año, cuando mayo se asoma, algo dentro de todos nosotros se alegra. Es como si el cuerpo recordara solo, sin que nadie le diga nada. San Isidro llega y, con él, la sensación de que todo vuelve a estar en su sitio, aunque haya pasado un año.

Para mí, la Feria no son solo fiestas ni tradiciones. Es una forma de volver a la gente. A los amigos de siempre, a los que solo ves "cuando la Feria", a los que te cruzas por casualidad y te sacan una sonrisa que no sabías que te hacía falta. Hay algo muy bonito en esos reencuentros, sin cita previa, en ese "¡hombre, cuánto tiempo!", que suena sincero, aunque hayan pasado meses o años.

Me gusta la Feria a medio día, cuando hay luz, cuando te tomas las cañas sin mirar el reloj, cuando sabes que queda mucha fiesta por delante y que lo bueno aún está por llegar. Me gusta ver cómo se va llenando el ferial, cómo va pasando el ambiente de cañas a "montar a los niños", y luego un cariñena.

Y me gusta, sobre todo, ese ambiente que no se inventa: ese que se hereda, que se respira, que se siente sin que nadie lo explique.

Y cuando llega la noche… ya no salgo de noche, pero hemos tenido "noches toledanas" ... Lo que pasa en la Feria, se queda en la Feria.

Y, aunque sabes que la Feria se acaba en unos días, también sabes que esas noches se te quedan dentro. Porque lo que se vive allí no se borra: se guarda, y vuelve cuando más lo necesitas.

Por eso vuelvo cada año. Porque la Feria no es solo un sitio al que voy: es un lugar donde

siempre pasa algo nuevo, alguien vuelve, alguien falta, y la vida sigue girando, pero ese rincón de alegría, de reencuentro y de emoción sigue intacto. Y eso, hoy en día, vale mucho. Nos vemos allí, aunque llueva..