Cuenca tras 42 años de autonomía: balance social, económico y humano

Cuenca

El próximo 31 de mayo Castilla-La Mancha celebra 42 años de autonomía. Fue en 1983 cuando se reunieron por primera vez las Cortes Regionales tras las primeras elecciones autonómicas, marcando el inicio de una etapa que ha transformado radicalmente a la región y, en particular, a la provincia de Cuenca.

En este reportaje, recogemos el testimonio de varios expertos para hacer balance de lo que ha supuesto este camino de más de cuatro décadas en términos sociales, económicos, culturales, sanitarios y agrícolas.

El catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Castilla-La Mancha, Joaquín Saúl García Marchante, tiene clara la magnitud del cambio: “Ha cambiado muchísimo el territorio y la población y los modos de vida y también la calidad de vida de todos los castellano manchegos, y concretamente la de los conquenses”.

En su análisis demográfico, García Marchante destaca los vaivenes de la población en Cuenca: de unos 220.000 habitantes en los años 80, a una pérdida progresiva hasta finales del siglo XX, para después experimentar una recuperación durante los años de bonanza gracias a la inmigración. Hoy, la cifra se sitúa en torno a los 200.000 habitantes.

“El hecho más significativo en estas décadas ha sido la inmigración. Ese contingente de extranjeros, que en la ciudad de Cuenca supone un 11% y en la provincia un 14%, ha sido clave. Se asientan en función del trabajo que encuentran y la calidad de vida que buscan”.

Este fenómeno, añade, está estrechamente vinculado al crecimiento de sectores como la agroindustria, que ha ganado peso en la economía conquense.

“Somos una sociedad más moderna”

Desde la sociología, el profesor Santiago Yubero también valora positivamente estos más de cuarenta años de autonomía. “Ha sido una evolución positiva. Somos una sociedad más moderna. Las tecnologías han cambiado nuestras formas de vida, nuestras relaciones sociales y la forma de entender el mundo”.

Uno de los hitos clave que destaca Yubero es la creación de la Universidad de Castilla-La Mancha, que ha transformado el acceso a la educación superior en una región históricamente relegada en ese aspecto.

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“Una comunidad sólida”

Desde el ámbito del periodismo, el veterano informador y gestor cultural José Luis Muñoz ofrece una perspectiva histórica, fruto de su experiencia narrando el nacimiento y desarrollo de la comunidad desde cabeceras como Diario de Cuenca o El País: “Fue un proceso que ilusionó a mucha gente, incluso a los más escépticos”.

Muñoz subraya que el sentimiento de pertenencia y el respeto institucional hacia la comunidad se han consolidado con el tiempo: “Se ha convertido en una comunidad muy seria, muy sólida, tan respetable como cualquier otra con siglos de antigüedad”.

No obstante, advierte de aspectos a mejorar, como la persistencia de la burocracia: “Cuando nació Castilla-La Mancha se nos explicó que todo sería más fácil y directo… y me temo que en algunos aspectos eso no ha sido así”.

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“Esfuerzo inversor por encima de la media nacional”

En el terreno económico, el economista Germán Chamón, gerente de la Asesoría Chamón, apunta al gran salto que dio la región tras la entrada de España en la Unión Europea en 1986: “Desde entonces, el esfuerzo inversor ha estado por encima de la media nacional. En Cuenca, sin contar el sector inmobiliario, ha alcanzado el 6% del PIB, frente al 4,6% de España”.

Chamón añade que esta tendencia ha posicionado a la provincia entre las primeras de España en cuanto a dotación de capital por habitante: “Cuenca se ha situado entre el cuarto y el quinto lugar del país en dotación de capital”.

También destaca la transformación de la estructura productiva: el sector servicios representa actualmente el 60% del PIB provincial, mientras que el sector primario ha pasado del 30 al 15%, aunque no ha dejado de evolucionar.

“Hemos dado la vuelta al sector agrario”

Uno de los testimonios más representativos del cambio en el campo lo ofrece Julio Bacete, agricultor y empresario del ajo en Las Pedroñeras. “Desde el primer día de Castilla-La Mancha hasta hoy han pasado años de prosperidad. Hemos cambiado mucho en el mundo del ajo. Lo que antes era trabajo manual, hoy es prácticamente todo mecanizado”.

Bacete destaca no solo el avance tecnológico, sino también la diversificación del producto: “Pasamos de vender ajos en cajas de madera a Brasil a exportar ajo en pasta, pelado, transformado… Hemos estabilizado muchos puestos de trabajo y generado riqueza. Siempre con la ayuda de la Junta, codo con codo”.

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El salto de calidad de la Sanidad

La sanidad también ha sido uno de los pilares del cambio autonómico. El médico de Atención Primaria Javier Minuesa, con más de cuatro décadas de experiencia en Cuenca, recuerda con claridad los inicios: “A principios de los 80 los médicos estábamos 24 horas al día, 11 meses al año. Atendíamos urgencias en los domicilios y pasábamos consulta en pequeños locales”.

Pero la transferencia de competencias sanitarias a la comunidad supuso un antes y un después: “Se ha incrementado el presupuesto, el personal, los medios técnicos… y se ha mejorado muchísimo en prevención, diagnóstico y atención en el medio rural”. Minuesa concluye con una petición a las autoridades: “Instaría a nuestros dirigentes a seguir fortaleciendo la Atención Primaria, reducir listas de espera y unificar las historias clínicas a nivel nacional. Eso mejoraría el tratamiento de los pacientes”.

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Un camino aún en construcción

La autonomía ha supuesto, en palabras de muchos de los entrevistados, un punto de inflexión para la provincia de Cuenca y para Castilla-La Mancha en su conjunto. Han cambiado las estructuras económicas, el acceso a la educación, la sanidad y el papel del campo. Pero también, como señalan voces como la de José Luis Muñoz o Javier Minuesa, quedan aspectos por mejorar: “desde la reducción de la burocracia a una mayor apuesta por la sanidad primaria”, apunta el periodista, a “la cohesión digital de la información sanitaria”, destaca el médico.

Lo que nadie discute es que Castilla-La Mancha ha dejado de ser una comunidad en construcción para consolidarse como una región con voz propia y una identidad compartida. Un proyecto colectivo que, con sus luces y sombras, ha transformado radicalmente la vida de los castellano manchegos. Especialmente, la de los conquenses.