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Hijos de la miseria y la vergüenza: la historia de los niños abandonados

Una investigación del Archivo de la Diputación Provincial saca a la luz miles de casos de expósitos y de los recursos para acogerlos

Hijos de la miseria y la vergüenza: la historia de los niños abandonados de Cuenca

Hijos de la miseria y la vergüenza: la historia de los niños abandonados de Cuenca

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Cuenca

En el salón de actos del Palacio Provincial de la Diputación de Cuenca, el silencio de los archivos habla. Lo hace a través de documentos manuscritos, de cédulas de abandono y de registros de expósitos que nos acercan a una realidad tantas veces silenciada: la de la infancia abandonada.

En homenaje a los niños expósitos, sin identidad, ni padres, conocidos, a sus madres, pobres o mayoritariamente solteras, que vieron en su abandono la única posibilidad de salir adelante; a las nodrizas, que los amamantaron y cuidaron, a pesar de ser casi tan pobres y desgraciadas como ellos.

Bajo el título Memoria escrita de la infancia abandonada en Cuenca durante los siglos XVII al XIX, esta exposición nos permite asomarnos a la historia a través de una ventana poco común: la de los niños que, por causas diversas, fueron dejados al amparo de instituciones benéficas.

Jorge López, trabajador del archivo de la Diputación de Cuenca.

Jorge López, trabajador del archivo de la Diputación de Cuenca. / Cadena SER

Jorge López, trabajador del archivo de la Diputación de Cuenca.

Jorge López, trabajador del archivo de la Diputación de Cuenca. / Cadena SER

Hijos de la miseria, hijos de la vergüenza

Guiados por Jorge López, personal del Archivo de la Diputación Provincial, nos adentramos en un recorrido lleno de emoción y reflexión. “Lo primero que conviene aclarar”, explica López, “es qué significa el término ‘expósito’. Según el diccionario de Sebastián de Covarrubias, un expósito es aquel niño que ha sido echado por sus padres o por otras personas, desamparándolo a su suerte”.

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Los motivos para este abandono eran variados, pero Jorge López los resume en dos grandes bloques: la miseria y la vergüenza. “Estuvimos a punto de titular así la exposición: Hijos de la miseria, hijos de la vergüenza. Porque esos eran los dos grandes motivos que hemos encontrado en los documentos”, señala.

La miseria respondía a la incapacidad de familias, muchas veces numerosas y campesinas, para alimentar a más bocas. “Eran agricultores que sufrían malas cosechas, que se veían obligados a emigrar a otros campos o simplemente no podían con más hijos. En esos casos, abandonar a un niño era una forma, dramática pero real, de darle una oportunidad”, recuerda.

No todos los abandonos tenían su origen en la pobreza. “Había muchos hijos ilegítimos, de relaciones prohibidas o no reconocidas. Bastardos de familias adineradas o de hombres que se servían de las sirvientas más allá de sus obligaciones. Muchos de esos niños eran fruto de un escándalo y, por tanto, un riesgo para el honor de sus madres o de sus familias”, apunta López.

Formas de abandono

Las formas de abandono también han cambiado con el tiempo. “Tenemos casos muy llamativos”, apunta López. “Por ejemplo, el niño Juan Ventura, abandonado en 1752, entre las 11 y las 12 de la noche, colgado en una reja de la casa de un canónigo en Belmonte”. Otros eran depositados en portales de iglesias, en cestillos colgados, o en puertas de casas de religiosos o personas con recursos, “porque la gente sabía quién podía hacerse cargo de ellos”, explica López.

Pero con el paso del tiempo, el abandono fue institucionalizándose. Surgieron los tornos, dispositivos giratorios empotrados en los muros de conventos o casas de beneficencia, que permitían dejar a los niños de forma anónima y protegida. En Cuenca, según detalla Jorge López, “llegó a haber tres tornos. Uno de ellos estaba en el convento de Las Angélicas, en la calle San Pedro. A través de esos tornos, muchos niños eran entregados ya no en la calle, sino en instituciones que podían acogerlos de inmediato”.

Uno de los documentos expuestos relata: "En la ciudad de Cuenca, en 27 de abril de 1790, siendo las 10 de la noche, echaron en el torno de esta memoria dos niñas, al parecer mellizas, con una cédula que decía: Estas dos niñas han recibido agua, se llaman María Antonias". Esa frase, “han recibido agua”, confirma que habían sido bautizadas, lo que era frecuente: “En muchas notas se insiste en que los niños estaban bautizados. A veces lo hacía la madre antes de abandonarlos; otras veces, quien los recogía”, comenta López.

Los nombres

Otro aspecto que aborda la exposición es el nombre de estos niños. “A muchos se les ponía un nombre compuesto tomado del santoral del día o del patrono del lugar. Por eso aparecen nombres como ‘de la Cruz’ o ‘de San Julián’, en referencia al patrón de la diócesis. Más adelante, ya en el siglo XX, comienzan a usarse topónimos como apellidos: Huete, Cañete…”, explica.

A medida que la atención benéfica se fue formalizando, instituciones como la Fundación San Julián, ya en el siglo XIX, comenzaron a asumir el cuidado de estos niños en Cuenca. En “la Bene”, como se la conocía popularmente, algunos eran adoptados, o "aporhijados", como se decía entonces. Otros crecían allí, recibían educación y formación profesional. “No todos acababan mal. Muchos salieron adelante gracias a esa estructura que se fue creando”, dice Jorge López.

Documentos expuestos

Uno de los elementos más impactantes de la exposición son los propios documentos originales: libros de registro, cédulas de abandono, notitas escritas por madres desesperadas. “Los visitantes pueden verlos en vitrinas, junto a cartelas que ayudan a entender lo que se lee. Muchos de estos documentos tienen una caligrafía preciosa. Como este que dice: Este niño se llama Francisco Plácido, está bautizado…”, muestra López con emoción.

La exposición no solo es un ejercicio de memoria, sino también una invitación a reflexionar sobre la infancia, la exclusión social y el papel de las instituciones. “Estas historias nos conectan con el pasado, pero también nos interpelan sobre cómo tratamos hoy a quienes más lo necesitan”, concluye López.

La muestra estará abierta hasta el 30 de mayo en la Diputación de Cuenca y ofrece una oportunidad única para acercarse a una realidad compleja, olvidada, pero profundamente humana. Una historia escrita en los márgenes, pero que hoy, por fin, tiene voz.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 

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