"Era José Ramón Navarro López, mi amigo y el de cientos de personas... Alguien lo definió como el centro del universo alrededor del que orbitábamos los demás"

El lunes llegaba la nota de prensa de la delegación de Educación. Un homenaje de toda la comunidad educativa a un profesor del Don Bosco, y que había sido del Herminio Almendros de Almansa, que falleció la madrugada del domingo. Era José Ramón Navarro López, mi amigo. Bueno, el mío y el de cientos de personas. Es lo que tenía Joserra, que se acercara a quienes se acercara lo acababan considerando un amigo, porque era de esas personas imán, de las que atraen amistades que después, lo que suele ser más difícil, saben conservar. Alguien lo definió como el centro del universo alrededor del que orbitábamos los demás. “¿De qué conoces a tal o a cuál?”, “Pues de que es amigo de Joserra, como yo”. Ese diálogo se ha repetido decenas de veces.

La potencia de su generosidad era tan poderosa que era imposible escapar a su atracción. Tampoco él te dejaba, cuando se le metía algo en la cabeza, no había forma humana de hacerle cambiar de idea. Solo algunos privilegiados conseguían domar a esa fuerza de la naturaleza. En todos los corrillos que se formaron en su despedida, se contaba alguna de las anécdotas que protagonizaba con su personalidad excesiva y sensible a partes iguales.

JR se bebía la vida a tragos largos, disfrutándola. Quizá por eso se le acabó tan pronto. A quienes le conocimos y quisimos se nos hizo muy corto el tiempo que pudimos pasar con él. Yo soy de las que piensan que cada vida es plena desde que empieza hasta que acaba, no importa de lo que dure. La suya lo fue, pero a quienes nos hemos quedado nos parece que aún la hubiésemos podido exprimir mucho más y él nos lo hubiera permitido con gusto.

No soy ajena a la muerte, ya tengo suficiente experiencia como para convivir con su presencia, pero es la primera vez que pierdo a un amigo tan cercano, de los de mi quinta, de los que he conocido en su juventud y en su madurez. “Ha inaugurado el club”, decía con tristeza alguien, “pero lo ha hecho demasiado pronto”, concluía. Un club al que el resto del grupo acabaremos asociándonos…, hasta entonces, querido Joserra, recordaremos tu risa, tu voz, tu honestidad, tu bondad, tu nobleza, tu fuerza y tu ternura. Te vamos a echar de menos, amigo.