El Milano Negro, el ave que puede favorecer la propagación de un incendio forestal

Toledo (Toledo)

Hemos podido observar en el medio natural que en una semana de auténtico calor todo lo que era verde en el campo ha pasado a ser de color amarillo. Los pastos se han secado a una velocidad pasmosa y entramos de lleno en el verano. Esta primavera ha sido muy generosa en la cantidad de agua que hemos recibido y ha provocado que la producción vegetal sea muy alta, lo que ha conllevado un aumento considerable del material combustible para los incendios forestales que solemos tener en verano.

En el último informe del Ministerio para la transición ecológica y el reto demográfico se indica que entre los años 2006 y 2015 se han producido unos 13.000 incendios que han calcinado un total de 100.000 hectáreas. La mayoría se han producido en Galicia, Castilla y León y Asturias. En Castilla-La Mancha se produjo un 6% de estos 13.000 incendios, que es poco para la superficie que tiene. Aunque existen incendios todo el año, la mayoría de ellos se producen desde junio a octubre. Hay que extremar las precauciones porque el factor humano es la principal causa de estos incendios. Más de la mitad de estos incendios fueron intencionados y el 28% se deben a negligencias y accidentes humanos. Entre las causas naturales, los fuegos provocados por la caída de rayos solo representan el 4,92% del total. Es decir, el hombre es el principal causante de estos incendios y debemos reducir este impacto sobre el entorno.

La domesticación del fuego fue un punto de inflexión en la evolución humana, no solo por el calor y la luz que proporcionaba, sino también por la revolución que supuso en la tecnología, la dieta, la supervivencia y la organización social de los primeros homínidos. Es decir, el fuego posiblemente fue la primera herramienta que utilizamos para muchas cosas: facilitaba el tallado de piedras para obtener flechas, permitió la cocción de alimentos que permitió la mejor digestión y absorción de nutrientes, permitió controlar la temperatura del hogar y se utilizó como herramienta para ahuyentar a posibles depredadores.

Se pensaba que el uso de herramientas solo lo realizaban los humanos, pero la ciencia nos ha ido mostrando que algunas especies de primates y de aves también son capaces de utilizar herramientas en algunas ocasiones. Esto conlleva un razonamiento lógico para buscar una solución, la herramienta, para un problema que suele ser la obtención de alimento. Hoy en concreto os traigo el ejemplo del uso del fuego como herramienta por parte de algunas especies de rapaces en Australia. Cuando se desata un incendio, pequeños animales como roedores, insectos y reptiles salen de sus escondites, convirtiéndose en presas fáciles para las aves rapaces. En pleno incendio se ha visto a Milanos negros (Milvus migrans) y otras especies similares coger ramas encendidas para llevarlas a zonas no incendiadas y así provocar nuevos focos del incendio e incrementar las posibilidades de cazar presas. Los aborígenes de Australia conocían este hecho y llamaban como “halcones de fuego”. Este uso del fuego como herramienta por parte de estas rapaces ha sido luego observado en Oceanía, América y África.

Estos descubrimientos rompen con la idea preconcebida de que solo los humanos utilizamos herramientas, ya que se ha visto que otros primates e incluso aves son capaces de utilizar herramientas. En el caso de los “halcones de fuego”, ellos utilizan el fuego a su favor como herramienta.

Una especie, un espacio

Esta semana os traemos el sonido del Milano negro (Milvus migrans) que es una especie que tenemos en nuestra Comunidad Autónoma. Estas aves suelen verse ahora en primavera en los alrededores de las carreteras y se identifican por ser rapaces de un tamaño medio, con la cola escotada en forma de V. Han pasado el invierno en África y ahora se están reproduciendo en nuestras latitudes.

Como espacio os recomiendo una visita al Parque Natural del Barranco del Río Dulce en plena Alcarria alta en el Norte de la provincia de Guadalajara. Para visitarlo, conviene acercarse en primer lugar a uno de los dos Centros de Visitantes, situados en las localidades de Mandayona o bien en Pelegrina.