Elegir tu futuro (o una parte importante del mismo)

Talavera de la Reina

Siempre me ha resultado curioso que tengamos que decidir nuestro futuro con apenas 17 o 18 años. A esa edad, uno todavía está descubriendo quién es y, sin embargo, se espera que sepa a qué quiere dedicarse el resto de su vida.

Cuando me preguntan por qué terminé estudiando Terapia Ocupacional, siempre respondo lo mismo: “Por casualidad”. No fue una cuestión de vocación, ni mucho menos. Nunca he creído en la idea romántica de la llamada interior. Eso, tal vez, encaje mejor en profesiones más celestiales.

Recuerdo aquel verano en el que barajaba tres opciones tan dispares como peculiares: Biblioteconomía, Ciencias Ambientales o Terapia Ocupacional. A veces me pregunto cómo habría sido mi vida si hubiera elegido un camino diferente. ¿Y si me hubiera decantado por estudiar algo vinculado a la naturaleza en una ciudad como Granada, en lugar de una carrera tan poco conocida en Talavera?

Estos días las facultades de la UCLM —incluida la nuestra— se llenan de estudiantes enfrentándose a la temida EVAU. Entre los nervios, los rostros tensos y las dudas que se van diluyendo con el paso de los exámenes, hay una pregunta que resuena con fuerza: ¿Podré estudiar lo que quiero?

La respuesta no siempre depende de uno mismo. A veces influyen las notas, otras veces la presión familiar o, incluso, el azar. Pero quizás lo verdaderamente importante no sea acertar a la primera, sino mantener la capacidad de adaptación, la pasión por lo que se hace, la curiosidad por descubrir nuevos intereses y la voluntad de construir un camino propio, incluso cuando este comienza por casualidad.