Las aguas curativas de La Pesquera: tesoro escondido de la provincia
El paraje de la Rambla Salá alberga piscinas y balsas naturales de aguas saladas con tradición curativa en toda esta comarca del Valle del Cabriel

Las aguas curativas de La Pesquera: un tesoro escondido en la provincia de Cuenca
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Cuenca
En el corazón del Valle del Cabriel, entre los municipios conquenses de La Pesquera y Minglanilla, se esconde un rincón mágico y poco conocido: el paraje de la Rambla Salá. A escasos kilómetros del embalse de Contreras, este enclave natural conserva vestigios de una antigua actividad salinera, manantiales de agua salada y, sobre todo, una tradición popular que ha sabido mantenerse viva a lo largo del tiempo.
Pedro Coronado, vecino de La Pesquera, conoce bien la historia de este lugar. Durante décadas, él y otros habitantes del pueblo bajaban en verano a la Rambla con sus caballerías para disfrutar de unos días de descanso y, sobre todo, para beneficiarse de las propiedades curativas de sus aguas saladas.
“Nos pasábamos tres o cuatro días allí. Hacíamos balsas con piedras y barro y nos bañábamos. Muchos bajábamos con las piernas llenas de granos o heridas del campo, y el agua nos curaba”, recuerda Pedro.

Balsas de agua salada en el paraje de la Rambla Salá de La Pesquera (Cuenca).

Balsas de agua salada en el paraje de la Rambla Salá de La Pesquera (Cuenca).
Aguas curativas
El uso terapéutico del agua salada de la Rambla Salá era, y sigue siendo, uno de los principales atractivos del lugar. Según Pedro, “las heridas cicatrizaban tras varios baños. El primer día escocía, pero al tercero, la pupa desaparecía”. Este tratamiento natural requería constancia: pasar el día allí, llevar la comida y repetir los baños durante varios días.

Mina de La Pesquera (Cuenca). / mti.minas.castillalamancha.blogspot.com

Mina de La Pesquera (Cuenca). / mti.minas.castillalamancha.blogspot.com
Recuperar el lugar
Con el paso del tiempo, el Ayuntamiento de La Pesquera ha intentado recuperar y poner en valor este patrimonio natural. En años recientes, se construyeron dos balsas acondicionadas para el baño, similares a piscinas, que atraen no solo a vecinos del pueblo, sino también a visitantes de Minglanilla, Villalpardo y otras localidades cercanas. “La gente sabe que el agua es buena, por eso vienen a bañarse. Las balsas están muy bien preparadas ahora, mucho mejor que antes”, afirma Pedro.
Más información
Más allá de sus propiedades terapéuticas, la Rambla Salá guarda un pasado industrial vinculado a la extracción de sal. Aunque la actividad cesó hace décadas, aún se pueden ver los restos de las construcciones donde trabajaban los salineros. “Ya no queda nada en pie, solo los cimientos, pero aún se ve el sitio donde salía la sal”, cuenta Pedro con nostalgia.
El paraje sigue siendo un destino ideal para quienes buscan naturaleza, historia y salud. El Ayuntamiento de La Pesquera ha solicitado el acondicionamiento de los accesos y caminos como parte del Plan de Sostenibilidad Turística del Valle del Cabriel promovido por la Diputación y financiado por fondos europeos Next Generation.

Restos de sal en el paraje de Rambla Salá de La Pesquera (Cuenca).

Restos de sal en el paraje de Rambla Salá de La Pesquera (Cuenca).
La Rambla Salá
“Ahora se puede ir y volver en el día, no como antes que pasábamos allí varias jornadas”, comenta Pedro. Aun así, el espíritu sigue siendo el mismo: desconectar del mundo moderno y dejarse llevar por las aguas curativas de un lugar que, aunque escondido, guarda un valor incalculable para la memoria colectiva y el bienestar natural.
La Rambla Salá no solo es un paraje, es un legado de generaciones que supieron escuchar la sabiduría de la tierra. Y como dice Pedro, “el agua buena, la gente la busca… y siempre volverá”.

Mina de sal de La Pesquera (Cuenca). / Fernando Carreras (ecoexperience.es)

Mina de sal de La Pesquera (Cuenca). / Fernando Carreras (ecoexperience.es)
Las minas de sal
En este paraje encontramos un cartel informativo de la antigua actividad de estas minas de sal que dice lo siguiente:
La posesión de la mina de sal, que se divisa abajo, ha sido muy discutida entre las poblaciones de Minglanilla, La Pesquera e Iniesta. En la actualidad pertenecen a La Pesquera. Ahora hundida y abandona, fue antaño fruto de enormes riquezas, la mayor parte del pescado procedente de Levante se salaba aquí para distribuirlo por Castilla.
A la única piedra comestible, la sal, cuyo nombre científico es "halita", se le atribuyeron propiedades sobrenaturales: Homero la llamaba "sustancia divina".
En el cristianismo se asoció a la longevidad, la verdad y el conocimiento. Los romanos ponían sal en la boca de los recién nacidos para que tuvieran sabiduría. Desde el tiempo de los faraones hasta el S. XIX la sal controlaba el mundo, como hoy lo hace el petróleo, era la base del comercio de alimento. Esta pequeña piedra ha alimentado la codicia hasta convertirse en moneda de cambio de muchas culturas y en símbolo de riqueza y poder.
Los soldados romanos recibían diariamente su ración de sal, sustituida después por dinero que les permitía comprarla, pasó a llamarse "salarium", salario, palabra que ha llegado hasta nuestros días con el mismo significado.

Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...




