"Desde que la derecha descubrió lo que mola una manifestación, le ha cogido el gusto a las pancartas"
'Verano caliente', la firma de opinión de la periodista y presidenta de la Asociación de Periodistas de Albacete, Loli Ríos Defez
'Verano caliente', la firma de Loli Ríos Defez
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El verano se nos ha calentado en menos tiempo que pasa de 0 a 100 un Ferrari. Sí, me refiero a lo evidente de los termómetros disparados a más de 35 grados cuando no hemos cumplido ni la primera quincena de junio.
Pero estoy pensando también en la alta temperatura que está alcanzando la crítica política, que desde que la derecha descubrió lo que mola una manifestación, le ha cogido el gusto a las pancartas. Tradicionalmente, la izquierda se esperaba a septiembre o a octubre para salir a la calle, eso del “otoño caliente”. Pues ahora no, ahora está calentito todo todo el año.
Es lo que tiene avivar el fuego con posturas chulas chungas, o chungas chulas, que el orden de los factores no altera el producto. Posturas como la de volver con la cantinela antigua y obtusa de no aceptar que en este país hay cuatro lenguas oficiales. Cuatro, sí. Lo dice la Constitución (oh, sorpresa). Y se llama respeto cuando se escucha a quien utiliza cada una de ellas ejerciendo la representación del territorio que representa. Respeto, y sentido común, y pluralismo, y diversidad, y tantas cosas que son este país.
Yo tuve la suerte de estudiar en una comunidad donde se hablan dos de esas lenguas. Aprendí lo que pude y agradecí enriquecer mis conocimientos. Creo que en vez de rechazar a quienes, además del español, se expresan en otra de esas lenguas oficiales, se debería ofrecer la posibilidad a quien quiera de estudiar y conocer el catalán, el euskera y el gallego, y que eso ocurra en cualquier parte del territorio. Llamadme loca, pero a lo mejor las escuelas oficiales de toda España podrían ofertar la enseñanza de las cuatro lenguas oficiales.
De esta forma, todas y todos tendríamos las mismas oportunidades de aprender los idiomas que son parte de la cultura diversa y rica de nuestro país. Acabaríamos también con actitudes intolerantes y, sobre todo, con la tentación de utilizar esa riqueza como arma arrojadiza que destruye la convivencia.
