"Los jueces convocan una huelga de tres días en julio... A pesar de intentar ser positivo, queda poca esperanza de hablar de algo distinto en la nueva temporada"

Esta es la última firma de opinión de la temporada y me gustaría que fuese positiva, pero no se si podrá serlo ante la avalancha de acontecimientos que nos circundan.

Cada día ocurre algo nuevo que viene a complicar más aún, cuando pensábamos que era imposible, nuestra realidad.

Esto ocurre en todos los ámbitos, pero el de la Justicia está especialmente revuelto, como si no fuera necesaria un poco de calma para intentar solucionar los problemas que arrastra de hace decenas de años y que se complicaron incluso más con acontecimientos imprevistos, y otros más previsibles; hechos ya pasados pero quizá no superados.

Este año tampoco vamos muy bien. Se inició con una ley de eficiencia que todos los operadores jurídicos critican. Ya no porque vaya a resolver los problemas, que es complicado, sino porque en opinión de casi todos, causa más problemas de los que puede resolver: más retrasos, más gastos y más problemas para el acceso a la Justicia.

Luego, no contentos con la crítica demagógica, populista y oportunista a los tribunales cuando dictan resoluciones que no les gustan, tenemos el intento de los políticos de copar las incorporaciones a la judicatura con criterios propios que, habida cuenta de lo que conocemos, lo que escuchamos y lo que suponemos, no hace falta que les diga lo que puede producir. Cualquier día, la Justicia, para que no la conozcan, suelta la balanza y se quita la venda

Y para rematar antes del verano, los jueces convocan una huelga de tres días en julio. Ya saben: juicios suspendidos, profesionales enfadados y ciudadanos perjudicados.

Lo peor de todo es que, a pesar de intentar ser positivo, queda poca esperanza de que en la nueva temporada podamos hablar de algo distinto.