El escultor y pintor conquense Gustavo Torner cumple cien años

Cuenca

Gustavo Torner de la Fuente cumple cien años. Nació en Cuenca un 13 de julio de 1925, es Ingeniero de Montes, profesión que ejerció en Teruel. En 1950 comenzó a pintar esporádicamente. Tres años después se traslada a Cuenca para continuar trabajando como ingeniero y será en 1965 cuando deja su profesión para dedicarse a la pintura y posteriormente a la escultura.

“En el caso concreto mío, no he estudiado Bellas Artes, por lo tanto, en el sentido directo de maestros que te enseñan, no he tenido. Soy lo que se puede decir, autodidacta. Maestros en el sentido de aprender de ellos, de mirar, de ver, sí puedo decir que he aprendido de muchos. La mayoría de los libros que tengo en casa, el 80 por ciento, son de artistas. Son monografías de artistas. Es decir, en ese sentido sí que he tenido muchos maestros”.

Eso nos contaba Gustavo Torner en una entrevista que mantuvimos con él en 2007 para el programa de radio Hoy por Hoy Cuenca y que publicamos en esta web.

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Pintor autodidacta

El encuentro con Torner lo tenemos en su casa de la calle de San Pedro de Cuenca. Aunque a veces vive en Madrid, aquí tiene su único taller de trabajo. Entre caballetes, piezas de madera y de otros materiales, pinturas, pinceles, herramientas y demás objetos y utensilios que él utiliza para crear, conversamos con alguien que ha trabajado en distintos campos, desde la pintura a la escultura, pasando por el diseño, la decoración y la escenografía.

¿Qué es lo primero que pintaba?

Comencé pintando láminas de botánica para la publicación Flora forestal de España. Por entonces, el primer maestro que me impresionó, y me sigue impresionando, es Alberto Durero, el pintor renacentista alemán. Y digo que me sigue impresionando porque, a parte de las facultades técnicas que sobretodo en grabado son absolutamente asombrosas, de calidad y de precisión, no se queda en eso sólo como tantísima gente del pasado que tienen una habilidad técnica muy grande pero que no son interesantes porque no nos dicen cosas a la gente de hoy. Alberto Durero sigue siendo un artista fascinante y muy turbador en las cosas que emprendió.

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La aventura del museo

Uno de los años más importantes de su vida es, sin duda, 1966, cuando fundaron el Museo de Arte Abstracto Español. ¿Cómo se forjó aquella aventura?

Yo conocí en el año 1962 en Venecia a Fernando Zóbel, a Gerardo Rueda, a Eusebio Sempere, a Manuel Mompó y, bueno, a muchos más, pero con esos cuatro me hice amigo inmediatamente. Poco después, en junio de aquel año 62, Fernando Zóbel vino a mi casa de Cuenca y después estuve yo en su casa de Madrid. Entonces también estaba Eusebio Sempere y Abel Martí que entonces hacía serigrafía y que fue el introductor de la técnica serigráfica en España, creo que fue el primero.

A lo largo de una cena, Sempere preguntó a Zóbel que cómo iba lo de su museo de Toledo. Y Fernando dijo que no había nada. Yo le pregunté que si podía saber qué era y me dijo que pretendía comprar una casa antigua en Toledo, invitar a amigos pintores, comprarles cuadros y, cuando hubiese suficientes, abrirla al público. Yo me acordé entonces que el Ayuntamiento de Cuenca estaba vendiendo casas que tenía en la parte alta a unos precios ridículos. Ya después de aquella charla, yo pregunté en Cuenca al que era jefe de Montes y teniente de alcalde, Fernando Nicolás Isasa que si quedaba alguna casa de esas.

Le expliqué el proyecto y dijo que no quedaban casas en venta pero que estaban arreglando las Casas Colgadas y no sé sabía muy bien para qué. Se arreglaban en sentido paisajístico pero no en el contenido y, me dijo, cada uno decía un contenido más disparatado que otro. Entonces se lo conté por teléfono a Fernando y dijo ‘y a mí que se me ha perdido en Cuenca’. Yo le dije que si el no, no era rotundo, que convenía que viniese para, ya que las estaban arreglando, que no hicieran algo que tuvieran que deshacer después.

Y usted consiguió convence a Zóbel para que creara su museo en Cuenca.

Al principio Zóbel puso bastantes impedimentos, incluso familiares, para venir a Cuenca. Al final vino y una tarde, que sería de verano en aquel año 62, estábamos tomando una coca-cola en la terraza del hotel Alfonso VIII. Entonces Zóbel empezó a hablar de arte chino de la época Sung. De 1200 a. d. C., decía. Yo le dije que para esas fechas el arte Sung ya estaba un poco degenerado porque termina en 1260 y luego venían otros periodos artísticos. Él se echó a reír y dice, teniendo en cuenta que era el año 1962, ‘esto no me lo dicen ni diez personas en España’. Y añadió, ‘vamos a hacer el museo en Cuenca porque hay con quien hablar’. No fue por el paisaje ni por cosas de ese tipo.

¿El proyecto del Museo de Arte Abstracto comenzó ya a funcionar?

Bueno, luego hubo impedimentos de todo tipo. En el Ayuntamiento nos decían que no se podían vender las Casas Colgadas. Les dijimos que no las queríamos comprar y que alguna solución podríamos encontrar dentro de la técnica jurídica. Y se encontró. Las cosas, cuando se quieren hacer, se hacen.

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Artista abstracto

Entre los trabajos de Gustavo Torner repartidos por todo el mundo, destacan la fuente en homenaje a Borges en el Paseo de la Castellana o la casaca de cubos metálicos instalada en la calle de la Princesa, en Madrid. También es autor de la escultura Laberinto del parque de Santa Cruz de Tenerife. Suyos son los monumentos a la Constitución y a la Madera que podemos ver en Cuenca y en su Serranía. Y en 1989 comienza el diseño de las vidrieras para la capilla mayor de la catedral de Cuenca, una ciudad ligada desde la segunda mitad del siglo XX al arte abstracto.

¿Es Cuenca una ciudad abstracta?

La ciudad de Cuenca no lo sé, pero no hay que ir más que a los bares y ver las reproducciones de cuadros abstractos que decoran las paredes. Eso no se ve en ningún sitio. Y luego también, en Cuenca se dan reproducciones de arte abstracto como regalos de boda. Esto no creo que sea muy corriente. Es decir, creo que el arte abstracto se toma aquí como hay que tomarlo, como algo que existe y que a unos les gusta y a otros no. A unos le puede entusiasmar y a otros absolutamente nada. Pero no en plan negativo sino como una cosa que existe.

¿Cómo podemos entender mejor el arte abstracto?

Voy a decir una cosa que resumida siempre es un poco ridícula: si admitimos que puede haber un bodegón con berenjenas que puede ser maravilloso, pues no será por las berenjenas. Porque a nadie le entusiasman las berenjenas. Lo que hacen maravilloso a ese bodegón es lo que no son las berenjenas, es decir, las proporciones del cuadro, los colores, el claroscuro. Pues bien, el arte abstracto lo que hace es quitar las berenjenas y dejar todo lo demás. Es sencillísimo.

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Artista reconocido

Torner ha recibido numerosas distinciones y premios. En 1980 fue primer Premio del primer certamen de escultura al aire libre del Ayuntamiento de Madrid; en 1984 se le concedió la Medalla de Oro de la ciudad de Cuenca; en 1987 recibió la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, en el 89 el premio de la Fundación ‘Pablo Iglesias’ y en 1993 la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha. Además, desde 1992 es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

¿Cómo le gustaría que fuera recordada su obra?

No se me ocurre. Me gustaría que fuera recordada como bien hecha. Bien hecha no solamente en el sentido, llamémosle, puramente técnico de untar la pintura, sino en el sentido de bien pensada, de una obra seria. Pero es que nunca me planteo esta serie de cosas. Pienso que si la obra es válida, atravesará el tiempo. Y si no es válida, por mucho que diga, pues no atravesará el tiempo. Lo que pasa es que en la historia hay cambios de gusto. Esa es una de las razones para haber regalado al Estado español más de quinientas obras que deposité en el Centro de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid. Espero que si la obra merece la pena, siempre habrá alguno de los que están por allí que diga también que merece la pena y que haga algo. Si no hubiera esa organización la obra se llena de polvo, se la comen las ratas y desaparece.

El Ayuntamiento de Cuenca y la Fundación Torner celebran a lo largo de este año 2025 una serie de actividades culturales en torno a la figura del artista centenario.