Escuelas de verano, conciliación y servicio social para los pueblos de Cuenca
La Diputación Provincial ayuda a 20 pueblos a través del Plan Corresponsables para financiar este servicio del que se benefician más de 800 niños y niñas

Escuelas de verano, conciliación y servicio social para los pueblos de Cuenca
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Cuenca
Durante los meses estivales, muchos pueblos de la provincia de Cuenca se transforman. A la tranquilidad habitual de sus calles se suman risas, carreras, juegos y una energía contagiosa que se nota a primera vista. Es la señal inequívoca de que las Escuelas de Verano están en marcha. Un recurso fundamental para la conciliación familiar y laboral, pero también una oportunidad para dinamizar la vida local y ofrecer a la infancia un verano lleno de actividades, creatividad y convivencia.
La Diputación de Cuenca impulsa cada año, a través del Plan Corresponsables y programas como el Concilia Verano, estas iniciativas dirigidas principalmente a los municipios más pequeños. “La Diputación juega un papel muy importante porque lo que buscamos es facilitar que los ayuntamientos puedan ofrecer servicios que ayuden a conciliar la vida familiar y laboral de sus vecinos”, explica Eva García, diputada de Servicios Sociales. “Este verano, unos 20 municipios han solicitado ayuda para escuelas de verano y campamentos, lo que beneficiará aproximadamente a 815 niños y niñas de la provincia”, añade.
Los objetivos van mucho más allá del cuidado. “Se trata de estimular la creatividad, fomentar valores como la convivencia, la igualdad o el respeto, y combatir el aislamiento que muchas familias sufren en verano”, subraya García. Además, destaca el papel de estas escuelas como herramienta contra la despoblación: “Los pueblos pequeños tienen el mismo derecho a disfrutar de estos servicios. Si una familia decide quedarse a vivir en un pueblo, necesita soluciones para sus hijos. Eso es vital”.


Las escuelas de verano de Grupo Cinco
Quienes mejor conocen el día a día de estas escuelas son los equipos que las coordinan. Grupo Cinco gestiona varias en municipios como Carboneras, Graja de Campalbo, Santa Cruz de Moya o Casas de Fernando Alonso. Su coordinadora, Ester Serna, trabajadora social y educadora social, explica que cada jornada comienza con una asamblea en la que se recogen las emociones del grupo. “Usamos un ‘emociómetro’. Nos gusta que los niños aprendan a identificar cómo se sienten, es una parte esencial del aprendizaje”, señala.
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Las actividades varían, pero siempre responden a intereses reales de los propios niños y niñas. “Diseñamos programaciones en base a sus propuestas. Por ejemplo, en un pueblo están trabajando sobre un proyecto que se llama ‘El viaje en el tiempo’, donde cada semana viajan a un país diferente. Hacen talleres de cocina, juegos culturales y actividades físicas relacionadas con cada cultura”, detalla Serna.
De 3 a 14 años
La conexión con el entorno también es clave. “Muchos niños son veraneantes, y la escuela de verano sirve para que conozcan sus raíces, su pueblo, la fuente, la plaza, el parque… Eso genera un vínculo con el territorio”, afirma. Además, las escuelas están pensadas para todas las edades, de 3 a 14 años. “Se crean lazos muy bonitos. Los mayores aprenden a cuidar de los pequeños y los pequeños se sienten acompañados por ellos. Es una manera de recuperar la infancia compartida, lejos de las pantallas”, concluye.
La escuela de verano de Olmedilla de Alarcón
Uno de los ejemplos más claros del impacto de estas escuelas lo encontramos en Olmedilla de Alarcón, una localidad de apenas 130 habitantes. Su alcalde, Pedro Valverde, no oculta la satisfacción: “Muchos niños vienen al pueblo a pasar el verano con los abuelos, y para ellos es fundamental tener esta opción. Así no están todo el día dependiendo de los mayores”.
La respuesta de las familias ha sido excelente: “Tenemos unos 20 niños inscritos, lo cual es una cifra impresionante para nuestro tamaño. Durante el invierno el colegio está cerrado por falta de alumnos, así que ver el pueblo lleno de vida en verano es un regalo”, señala.
Además del beneficio social, también hay un impacto económico y organizativo positivo. “Gracias al Plan Corresponsables no hemos tenido problemas de financiación. Hemos podido contratar a dos monitores durante los dos meses de verano, lo cual también es un apoyo para ellos”, explica Valverde. Y lo resume con una frase clara: “Tener niños en un pueblo es como un renacer. Les da alegría, futuro y esperanza”.
Conciliar en Santa Cruz de Moya
Desde el punto de vista de las familias, las escuelas de verano son mucho más que una solución práctica. Elisabeth Soler es madre de Paula, una niña de 8 años que asiste a la escuela de verano de Santa Cruz de Moya. “Como a todos los padres, lo que nos motivó fue la conciliación. No podemos cogernos un mes entero de vacaciones, y las escuelas ayudan muchísimo, aunque no solucionen el problema al 100%”, afirma.
Paula, por su parte, vive la experiencia con entusiasmo. “Le gusta todo. Cada semana tienen un reto: juegos de agua, cocina, actividades en la naturaleza… Ella va feliz, sabe lo que toca cada día y se lo pasa genial”, cuenta su madre. Aunque valora muy positivamente el servicio, también apunta una mejora deseable: “Me gustaría que durase más. Muchas veces el dinero que reciben los ayuntamientos no cubre todo el verano ni todas las horas que se necesitarían. Sería ideal que se pudiera ampliar”.
Lo cierto es que el compromiso institucional parece firme. “Nuestro compromiso es seguir apostando por estas iniciativas con hechos y con presupuesto, en colaboración con la Junta”, asegura la diputada Eva García. Porque, como ella misma destaca, “la eficacia de las políticas sociales se mide por el impacto real que tienen en las familias, en los niños y en los pueblos”.

Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...




