María Chamón, madre de Laura del Hoyo: “Mis nietas me ayudan a llevar el dolor”

Cuenca

Este 6 de agosto se cumplen diez años del asesinato de Laura del Hoyo y Marina Okarynska. Una década después, Cuenca sigue recordándolas. Una década después seguimos preguntándonos cómo se sobrevive a un dolor así, cómo se reconstruye una madre tras la pérdida más injusta, más absurda y más cruel.

En Hoy por Hoy Cuenca hemos charlado con María Chamón, madre de Laura, no del crimen, sino del amor; no del asesino, sino de la memoria.

Una entrevista que hemos querido que sea un homenaje a Laura y a su madre.

¿Cómo te gustaría que recordáramos a Laura?

Pues como era: muy simpática, muy agradable, muy trabajadora, una buena hija, una buena hermana. Llena de proyectos, de ilusiones. Maravillosa. Solo quiero que la recuerden como era: especial y única. Yo la recuerdo a cada instante, a cada segundo, a cada minuto, y sigue viva en mi corazón. Como dice la canción, “tú no te has ido”. La recuerdo como el primer día que se fue, como aquel 6 de agosto. Salió de casa diciendo: “Mamá, me voy a tomar algo con Marina. Hasta luego”. Y no la he vuelto a ver. Sigo esperándola.

¿Qué huella dejó Laura en las personas que la querían?

Muchísima. En Cuenca, en el centro comercial Bonaire donde trabajaba, en Chirivella donde vivía. Le hicieron homenajes preciosos. Su huella no se borrará nunca. Era una gran dependienta, muy trabajadora, con pasión por la peluquería y la estética. Se la llevó un asesino cruel, premeditado, que nos quitó lo más hermoso.

¿Cómo ha sido este camino de diez años para ti?

Ha habido de todo. Acontecimientos importantes, bodas, bautizos… pero siempre con su ausencia. En la boda de mi hija Sonia, su silla estaba vacía, pero Laura estaba presente en todo. Se ha perdido los primeros pasos de Elena, los días de colegio, los abrazos. Adoraba a su familia. Era muy familiar.

¿Qué momentos han sido los más difíciles?

Todos. Las Navidades, los cumpleaños, cualquier día. Me levanto con este dolor, con esta ausencia. Voy al cementerio cada semana. No puedo hacerme a la idea de que esté allí. Porque no fue una enfermedad. Fue un crimen. Me la arrebató un asesino cruel, frío, sin alma.

¿Qué te ha ayudado a sobrellevar el dolor?

Mi fe, mis hijas, mis nietas, mi familia. Y también el coro Sottovoce, con mi director Pepe Yopis. Cantar me ayuda mucho. Me siento cerca de Laura en cada concierto. Siempre me decía: “Mamá, tú tienes que estar en un coro, que cantas muy bien”.

¿Sientes que se hizo justicia con la condena?

Relativamente. Fueron 48 años de condena, pero no entiendo por qué a Marina 25 y a mi hija 23. Las mató igual. Yo lo único que pido es que se pudra en la cárcel. Que no salga nunca. Es una vergüenza que vivan con privilegios cuando han hecho lo que han hecho. Las leyes deben cambiar ya. Esto no puede seguir así.

¿Cómo ha cambiado tu forma de ser madre desde que Laura no está?

Ya no soy la que era. He seguido adelante con una sonrisa, sin tener ganas. Pero todo cambió. Mi casa está muy vacía. Mis hijas tienen sus familias, pero a mí me falta mi Laura. No sé si tendría hijos, si estaría casada… Solo sé que me falta. Y eso no se supera nunca.

¿Qué te dirías a ti misma, a esa madre que eras hace diez años?

Que luchara como he luchado. Que no se dejara vencer por el dolor, aunque duela cada segundo. Y que confíe en que algún día, cuando me muera, volveré a abrazar a mi hija y podré contarle todo lo que no he podido decirle. Porque yo le hablo, pero no sé si me escucha. Solo sé que tengo una tristeza y una soledad enormes, y un corazón roto. Como el de tantas madres que han pasado por lo mismo.