Un verano más
Las vacaciones, como tantas otras cosas, son un espejo de nuestras desigualdades

La mirada de Toledo: Un verano más (01/09/2025)
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Toledo (Toledo)
Bienvenidas y bienvenidos a esta nueva temporada en este espacio, la Mirada de Toledo, de Cadena SER Toledo. Arranco agradeciendo a la cadena y especialmente a Carlos Abengozar el haber vuelto a contar conmigo.
El 23 de junio cerraba micro para adentrarme en un apetecible descanso, sin dejar por ello de ejercer la inagotable curiosidad que me caracteriza. Hoy, 1 de septiembre, vuelvo a la carga, esperando que hayas tenido un buen verano. ¿Me acompañas?
Si cerramos los ojos un instante y caminamos juntos por un verano ideal, para mí sería algo así, el sol cae sobre los tejados de Toledo, y la piedra centenaria se calienta hasta desprender un aroma a tierra seca, el Tajo brilla como un hilo de plata que atraviesa la ciudad, y en las calles, un silencio abrumador se rompe solamente por el ladrido de un perro que asoma su cabeza entre las rejas de una ventana, esperando ansioso a que empiece a refrescar para salir de paseo. Pero la realidad suele ser un poco distinta, el sol impregna los tejados y las piedras que cubren y rodean la ciudad, liberando todo el calor acumulado al atardecer, justo cuando empieza a ocultarse el sol, la sombra asoma tímidamente en las calles, y acercarse a las piedras es como recibir un fogonazo de calor que solo se supera entrando en un local con aire acondicionado y disfrutando de una bebida fresquita.
Los veranos no son iguales para todas las personas. No solo por los gustos personales, que difieren de una persona a otra, sino porque el verano se vive de forma desigual según nuestra posición social y situación particular. Mientras unos disfrutan de playas lejanas o viajes organizados, otros apenas pueden refrescarse en una piscina municipal o bajo el ventilador de su casa.
Las vacaciones, como tantas otras cosas, son un espejo de nuestras desigualdades, para algunos significan oportunidades de ocio, cultura y desconexión; para otros, son un lujo inalcanzable, o simplemente un cambio de rutina en el que el descanso brilla por su ausencia. Esto no va de si eres de playa o de montaña, de cerveza, tinto de verano o agua de botijo, de piscina o siesta, de turismo rural con sus rutas y paisajes o de turismo urbano, recorriendo callejuelas empedradas y cuestas interminables.
A veces, el descanso del verano viene de lo sencillo, de buscar refugio en la sombra de un árbol en la plaza del Ayuntamiento, de saborear un helado que se derrite demasiado rápido entre los dedos, de escuchar los murmullos de la gente mientras paseas, de ver a los niños y las niñas jugando con el agua de una fuente, de escuchar a los grillos cuando comienzan su concierto al caer la tarde, o de una carcajada que te sale al recordar algo que un día te hizo mucha gracia.
Creo que todas estas otras formas de tomarse el verano son pequeños oasis que me recuerdan que el verano también se vive en los detalles, por ello, yo elijo mirar, escuchar, sentir y compartir. Incluso en los días más calurosos, debemos encontrar momentos para respirar, para conectar con los demás y con nosotros mismos, haciendo así del fin del verano un atajo agradable a la incorporación a la rutina.

Natalia Simón
Directora del departamento de Filosofía, Antropología, Sociología y Estética de la UCLM




