Cuando el amor marca el calendario

Talavera de la Reina

Septiembre nos esta regalando un paisaje de flores, brindis y promesas. Es un mes lleno de bodas, de esas que marcan una generación y que nos recuerdan que el tiempo no se detiene.

Las bodas tienen algo de magia. Son un punto de encuentro entre el pasado y el futuro, entre lo que dejamos atrás y lo que está por venir.

En cada abrazo de los padres, en cada lágrima de los abuelos, late la memoria de tantas historias que han hecho posible ese "sí, quiero". Y de pronto entendemos que no es solo una pareja la que se casa: es una familia que se agranda, amigos que se emocionan, es un círculo que se completa.

Quizá lo más bello de estas celebraciones es que nos devuelven la fe en el amor, en la esperanza de que dos personas todavía puedan mirarse a los ojos y prometerse caminar juntos, aunque el mundo vaya tan deprisa.

En un tiempo en que todo parece efímero, una boda es un recordatorio de que hay cosas que siguen siendo eternas, al menos en la intención, en el deseo profundo de quedarse.

Y así, entre música, canciones y risas, uno se da cuenta de que la vida pasa, que las generaciones cambian, pero que siempre habrá un motivo para reunirnos, emocionarnos y llorar de alegría.

Porque al final, detrás de cada boda, late la certeza de que seguimos creyendo en lo más humano de todo: el amor.