"Vámonos pa´ la feria, cariño mío"

Talavera de la Reina

Este fin de semana, Talavera ha vuelto a llenarse de vida con sus ferias. Y es que la feria es como un espejo en el que cada etapa de la vida se refleja con su propio brillo.

Para los niños, es pólvora, luces de colores y cacharritos que parecen enormes aventuras. Sus ojos se iluminan con cada vuelta en la noria, como si la feria hubiera sido inventada solo para ellos.

Los adolescentes la viven a lo grande: son miles en un mismo grupo de WhatsApp, organizando dónde verse, qué ponerse, a qué hora se pide la hamburguesa. La feria es libertad, primeras quedadas nocturnas y esa sensación de que todo el mundo está allí, esperando que pase “algo inolvidable”.

La juventud, en cambio, pisa la feria con otro ritmo. Botellón, música y confidencias a voces. Los "montículos" se convierte en pista de baile improvisada y cada noche guarda una historia que quizás no se repita, pero que siempre se recordará con una sonrisa.

Para los adultos, la feria sabe a comidas y cenas, a reencuentros con amigos, a brindis que saben a pasado y presente. Y cuando el reloj marca la medianoche, aparece ese pensamiento universal: “me duelen los pies”.

Y los abuelos… los abuelos miran la feria con ternura. La disfrutan a sorbitos de vino cariñena y a bocados de churros, con la calma de quien sabe que cada feria es un regalo.

Porque la feria, al final, no tiene edad, es mucho más que una cita en el calendario: es un retrato de la vida en todas sus etapas.