Red Natura 2000

Toledo (Toledo)

La Red Natura 2000 es la mayor iniciativa de conservación de la biodiversidad en Europa. La Red fue creada por la Unión Europea en 1992 con el propósito de preservar hábitats naturales y especies silvestres de interés comunitario. Su origen se encuentra en dos directivas fundamentales: la Directiva de Aves (Directiva 2009/147/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de noviembre de 2009) y la Directiva de Hábitats (Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992), que establecen criterios para identificar y proteger espacios vitales para la fauna y flora europeas (https://bit.ly/4pJ2bbv). A diferencia de otros modelos de protección más restrictivos como son los Espacios Protegidos, la Red Natura 2000 promueve la coexistencia entre la conservación y las actividades humanas sostenibles, como la agricultura y la pesca, la ganadería extensiva o el turismo.

Como resultado de la aplicación de la Directiva Hábitat se crea la Red Natura 2000 que integrada dos tipos de espacios: (a) ZEPA: Zonas de Especial Protección para las Aves; (b) LIC: Lugares de Importancia Comunitaria. Estos espacios, tras la aprobación de sus correspondientes medidas de gestión, pasarán declararse y denominarse ZEC (Zonas Especiales de Conservación). Actualmente, la red abarca más de 27.000 lugares en toda Europa, cubriendo cerca del 18% del territorio terrestre de la Unión Europea y una parte significativa de sus aguas marinas. España es el país que más superficie aporta a la red, con más de 1.800 espacios protegidos que representan aproximadamente el 30% de su territorio nacional. Esta amplia cobertura refleja la riqueza ecológica de nuestro país.

En Castilla-La Mancha, la Red Natura 2000 tiene una presencia especialmente significativa. Con más de 1.300.000 hectáreas protegidas, esta comunidad autónoma representa uno de los territorios más comprometidos con la conservación en España. La región cuenta con 72 Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y 38 Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA), que abarcan hábitats como los humedales manchegos, los bosques de ribera, las sierras del sur y los campos cerealistas de La Mancha (https://shre.ink/SIo8). Esta superficie cubre un tercio del territorio de la región.

La importancia de la Red Natura 2000 en la conservación de especies animales y vegetales es incuestionable. Gracias a esta red, se han podido proteger hábitats clave para especies en peligro de extinción como el lince ibérico (Lynx pardinus), el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el sisón común (Tetrax tetrax) o la avutarda (Otis tarda), que encuentran en las sierras del sur y los campos abiertos de La Mancha uno de sus últimos refugios. En cuanto a la flora, la red protege especies endémicas en distintos espacios de la Red como pueden ser la Serranía de Cuenca, las Lagunas de Ruidera, Campo de Montiel o las sierras de Alcaraz y Segura.

Además de su valor ecológico, la Red Natura 2000 tiene implicaciones directas para las personas que viven en estos espacios. Lejos de ser una figura de protección excluyente, la Red busca integrar a las comunidades locales en la gestión sostenible del territorio. Esto se traduce en oportunidades económicas como el ecoturismo, la producción agroecológica, la apicultura, la artesanía y la valorización de productos locales con certificaciones ambientales. También existen fondos europeos, como el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), que apoyan proyectos compatibles con los objetivos de conservación.

Sin embargo, vivir en un espacio Natura 2000 también implica ciertas responsabilidades. Las actividades que puedan alterar significativamente los hábitats protegidos, como la urbanización intensiva, el uso de pesticidas, la sobreexplotación de recursos hídricos o la fragmentación del territorio, están sujetas a evaluación y, en algunos casos, a restricciones. Por ello, es fundamental la participación ciudadana, la educación ambiental y el diálogo entre administraciones, propietarios y usuarios del territorio. La implicación de los habitantes en la conservación no solo garantiza el éxito de la Red, sino que también fortalece el vínculo entre las personas y su entorno natural.

Paisaje sonoro

Hoy pasamos a un entorno natural que puede ser la raña en pleno Montes de Toledo donde esperando al anochecer vamos a escuchar el sonido del viento (geofonía) y las biofonías del canto del rabilargo (Cyanopica cooki) que tiene una distribución disruptiva ya que se encuentra en nuestro país y China, el canto repetitivo del pequeño triguero (Miliaria calandra) desde un posadero. Al atardecer se comienza a escuchar la berrea del ciervo (Cervus elaphus).