Los Pávez, el reto y la pasión de hacer cultura

Talavera de la Reina

No es fácil. Lo sé. Lo vivo en primera persona. No es sencillo levantar un proyecto cultural de la envergadura de un festival de cine y mucho menos conseguir que se mantenga durante años, que llegue a distintos públicos y que además tenga un impacto real en la comunidad. No es fácil diseñar una programación que conecte con los escolares, que despierte su curiosidad y les acerque al lenguaje audiovisual. Tampoco lo es tejer alianzas sólidas con entidades locales, como AFATA o LGTBora, que aportan diversidad, compromiso y, además, una mirada enriquecedora a la propuesta que se hace.

Detrás de cada edición hay incontables horas de ilusión y también de desvelo: escribir y responder correos, coordinar copias de cortometrajes, comprobar que funcionen sin las dichosas y malditas interrupciones técnicas, cuadrar un presupuesto siempre limitado —porque la cultura rara vez dispone de la financiación que merece—, y aun así soñar con nuevas actividades, con ramificaciones que hagan crecer el festival más allá de lo esperado.

Pero todo ese esfuerzo cobra sentido cuando la pasión por el cine y por la cultura se materializa en cada proyección, en cada encuentro, en cada emoción que siente el público que acude a las salas. Seguro que esta edición de los Premios Pávez nos seguirá demostrando que la cultura, cuando se defiende con convicción, siempre encuentra la manera de brillar.