'La sonrisa del Júcar': homenaje a las bisabuelas y a la vida rural de Cuenca

Cuenca

El río Júcar no solo ha moldeado el paisaje de Cuenca, también la memoria de quienes nacieron o crecieron junto a sus orillas. Entre ellos, el escritor Marcos Navarro Buendía (Valencia, 1980), ingeniero informático de profesión y narrador por vocación, que en su novela La sonrisa del Júcar convierte los recuerdos familiares en literatura.

La obra es el segundo volumen de una trilogía titulada Las bisabuelas, donde el autor rinde homenaje a las mujeres de su familia y a las vidas que sostuvieron los pueblos de la España rural. Tras La bondad, ambientada en Castellón, este nuevo título nos traslada a Olivares de Júcar, un pequeño municipio conquense que para Navarro significa “libertad”.

“Yo soy hijo de inmigrantes manchegos y andaluces”, explica. “Crecí en un pueblo dormitorio donde no había parques ni campo, y para mí Olivares era vivir en la calle, correr, sentir la naturaleza. Era libertad”.

De las palabras habladas a las historias escritas

La escritura de La sonrisa del Júcar nace de una necesidad íntima: conservar lo que contaban las abuelas antes de que se pierda con el tiempo. “Desde pequeño entrevistaba a mis abuelas, les pedía que me contaran cosas. Años después, sentí que todo aquel legado hablado no debía morir. Y a través del amor que siento por mis hijas, lo transformé en libros”, nos cuenta.

Ese impulso personal se convierte en una obra literaria que combina documentación histórica y memoria emocional, situando al lector entre los años 1920 y la actualidad. El relato está poblado de personajes reales y ficticios que muestran la dureza de la vida en los pueblos, las tradiciones, la gastronomía, la emigración y el impacto de la guerra civil.

Uno de los pasajes más emotivos del libro recuerda el día en que se anegaron las tierras con la construcción del pantano del Alarcón: “El impacto emocional fue tremendo. Mis abuelos se encontraron con que, de repente, no tenían nada que comer. Y eso, en una ribera tan fértil como la del Júcar, resultaba devastador”.

Olivares de Júcar

La novela es también una reivindicación de la España vaciada. Navarro se pregunta qué habría sido de pueblos como Olivares, con apenas 200 habitantes en invierno, si no hubiera existido la emigración. “En verano nos juntamos 3.500 personas. Es una pena pensar que todo ese esfuerzo y esa vida se vayan perdiendo”, lamenta.

Consciente del valor de la memoria local, el escritor se asume como “cronista” de esos lugares donde nadie escribió su historia: “Quiero que al leer el libro la gente se reconozca, que reviva su infancia, que entienda cómo se vivía y por qué nuestros mayores tomaron las decisiones que tomaron”.

Mujeres valientes

Las protagonistas de La sonrisa del Júcar son mujeres fuertes, valientes y tiernas, inspiradas en las bisabuelas del autor. Aunque parte de la historia es ficción, la esencia procede de los recuerdos y las anécdotas que ellas le contaban.

Entre los valores que atraviesan la novela destacan la superación, la empatía, la bondad y la lucha por la supervivencia, virtudes que, según Navarro, hoy se están diluyendo: “Después del covid nos hemos vuelto muy egoístas. Mis abuelas sabían que solo se podía sobrevivir si todos colaboraban. Uno tenía gallinas, otro leche, otro lana... Si alguien fallaba, lo pagaban todos. Ese espíritu comunitario lo hemos perdido y ojalá mis hijas lo recuperen algún día”.

El río como refugio emocional

El título del libro tiene una carga simbólica y personal. “La sonrisa del Júcar es un meandro del río, a la altura de los baños de Valdeganga. Ese fue el patio de mi infancia: allí íbamos toda la familia, hacíamos gachas y patatas con conejo junto al fuego, y jugábamos hasta que caía el sol. Es un lugar mágico para mí”, recuerda el autor con emoción.

Una trilogía de raíces

Tras La bondad y La sonrisa del Júcar, Marcos Navarro prepara el cierre de su trilogía con una tercera novela dedicada a su bisabuela andaluza, natural de Montilla (Córdoba). Mientras tanto, su última obra puede encontrarse en la Librería Evangelio de Cuenca, en otras librerías bajo pedido y también en Amazon, donde ha agotado su primera edición.

“Estos libros”, dice, “son mi forma de dejar un legado a mis hijas. No quiero que se pierda la historia de nuestras abuelas ni los valores que ellas nos enseñaron”.