"Sentir miedo de un posible acuerdo de paz es algo inconcebible"

Creo que nunca he escrito desde esta perspectiva, siempre he pensado que somos capaces de ganar al discurso del odio, que la convicción y los principios son un valor activo, que se debe decir lo que se piensa con respeto y sin complicidad, que se deben buscar espacios comunes, que los derechos humanos son garantía y eje de nuestras existencia… pero es que últimamente no dejo de sentir miedo.

El otro día comentaba con amigas y conocidos que llevo 22 años en Europa, que he viajado, que me he movido por diferentes países, ya sea por trabajo desde el mundo de la empresa, por activismo o desde un espacio lúdico y que esa sensación que siento ahora es muy parecida, aunque no igual por supuesto, a la de mi juventud, en mi país, donde te daba miedo qué decir u opinar porque en muchos casos, muchos de los que opinaban diferente, desaparecian o no volvían a casa. No es como esa película de terror de la “Noche de los Lápices”, pero es en el fondo una especie de represión representada por la pérdida de derechos que ya habíamos visto conquistados.

Los Estados se saltan las líneas rojas del Derecho Internacional, nuestros líderes políticos desde sus posiciones de poder enaltecen discursos que lo único que hacen es enfrentarnos como sociedad, y hacernos perder empatía y humanidad.

Sentir miedo de un alto al fuego que debería ser un atisbo de esperanza, sentir miedo cuando tenemos amigos para los que estas declaraciones son una luz ya que han pérdido familiares, otros están enfermos, no les pueden enviar dinero, no les pueden sacar de allí… Sentir miedo de un posible acuerdo de paz, es algo inconcebible.

Sentir miedo, desconfianza y desesperanza, sentir que se amilanan las fuerzas, que vas a un país y sientes miedo de sacar una bandera en favor de la vida y de la paz porque no sabes si te van encarcelar, insultar o tirarla al suelo (lo he vivido en primera persona). La libertad de expresión se está viendo coartada en muchos países europeos, en países que históricamente han liderado la conquista de derechos y que tomábamos como ejemplo desde otras esquinas del mundo.

Por un lado la movilización social nos sigue impulsando pero por otro lado tenemos miedo a sentirnos engañadas y que los Estados y sus acuerdos sigan pasando por encima de los derechos humanos, y no hablo solo de Palestina, también hay que dar un vistazo a lo que sucede a nuestro alrededor.

Pues eso, “Respirar y sentir miedo, sin querer que eso merme la esperanza y las ganas de seguir luchando por un mundo en paz”.