Víctor o Victoria

La mirada de Toledo: Víctor o Victoria (13/10/2025)
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Toledo (Toledo)
A veces lidiamos con nuestras propias mentiras. Autoengaños de toda la vida, de esos que se instalan en el alma y que uno aprende a maquillar para seguir adelante. Desde luego, el título de hoy tiene para mí un gran significado. Pero me centraré, o al menos lo intentaré, en la gran película dirigida por Blake Edwards y protagonizada por la excelente Julie Andrews.
“Víctor o Victoria” es una comedia musical, sí, pero también una metáfora deliciosa sobre las máscaras, los roles y las apariencias. Andrews interpreta a una mujer que finge ser un hombre que, a su vez, se hace pasar por una mujer para poder trabajar. Un juego de espejos donde nada es lo que parece… pero donde todo lo que se muestra es profundamente humano. Y ahí está la clave. Más allá de la identidad de género, esta película nos habla de la búsqueda de la felicidad en una sociedad que impone papeles y dicta guiones. Nos recuerda que muchas veces no somos lo que queremos ser, sino lo que se espera que seamos, que el miedo al qué dirán puede ser más poderoso que el deseo de ser auténtico.
La sociedad, como decía Goffman, es una gran obra de teatro. En ella, cada persona interpreta un rol, el trabajador eficiente, la madre ejemplar, el ciudadano responsable, la pareja feliz, la amiga leal. Subimos al escenario cada día con el vestuario adecuado y el guion aprendido. Pero ¿qué pasa cuando el papel que nos toca interpretar no encaja con lo que sentimos? ¿Qué ocurre cuando el personaje que mostramos al mundo ya no se parece a quien somos realmente?
La sociología nos enseña que esos roles no son naturales, sino construcciones sociales. Que cada uno de nosotros participa en esa representación colectiva que sostiene las normas, los valores y las expectativas de una época. Pero también nos enseña que es posible reescribir el guion, cambiar de papel, o incluso bajarse del escenario por un rato para mirarse al espejo sin luces ni aplausos. Quizás la mayor lección de “Víctor o Victoria” sea que ser uno mismo requiere coraje, y que no hay felicidad posible si está basada en la negación de nuestra verdad.
La película nos invita a reírnos de las convenciones, a desafiar la hipocresía, y a entender que la autenticidad no necesita aprobación. Porque al final, todos somos un poco Víctor y un poco Victoria. Todos fingimos, todos dudamos, todos buscamos ese equilibrio entre lo que mostramos y lo que realmente somos. Y quizás el mayor acto de honestidad no sea gritar nuestra verdad al mundo, sino dejar de mentirnos a nosotros mismos.
Algunos pensarán que hoy me he marcado un Shakira… y seguro estén en lo cierto.

Natalia Simón
Directora del departamento de Filosofía, Antropología, Sociología y Estética de la UCLM




