Volando voy, volando vengo
Juan José Sanz Cid, Investigador Científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)

Nómada del viento: Volando voy, volando vengo (21/10/2025)
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Toledo (Toledo)
Como estamos comprobando el tiempo (que no el clima) está cambiando esta semana hacia condiciones más otoñales. En esta semana ya se oyen las primeras grullas por nuestros cielos anunciado este cambio de tiempo. La grulla común (Grus grus) es una de las aves más emblemáticas de Europa que realiza una de las migraciones más espectaculares. Con una envergadura (distancia entre las puntas de las alas abiertas) que supera los dos metros y un característico canto “trompeteante”, estas aves migratorias protagonizan cada año un viaje de ida y vuelta que puede superar los 6.000 kilómetros. Crían en regiones del norte como Escandinavia, Alemania, Polonia y Rusia, y pasan el invierno en zonas más cálidas del sur de Europa, como España, Francia y Portugal.
Las grullas siguen rutas migratorias bien definidas, conocidas como “flyways”. En Europa, la principal ruta occidental conecta Escandinavia y el norte de Alemania con la península ibérica. Durante el otoño, miles de grullas cruzan los cielos europeos en formación de “V”, lo que les permite ahorrar energía al aprovechar las corrientes de aire generadas por sus compañeras. Las grullas no migran de forma continua, ya que realizan paradas estratégicas en humedales y campos agrícolas para descansar y alimentarse. Lugares como Gallocanta (España) o el lago Hornborga (Suecia) se convierten en auténticos espectáculos naturales durante estas paradas, atrayendo a miles de observadores de aves.
Durante la migración y la invernada, las grullas muestran una gran capacidad de adaptación. En España, por ejemplo, se alimentan en campos de cultivo de maíz y arroz, aprovechando los restos de cosechas. Además, se ha observado que las grullas anilladas tienden a regresar a los mismos lugares año tras año, lo que indica una fuerte fidelidad al sitio. Este comportamiento facilita el seguimiento científico de las poblaciones y permite evaluar el impacto de los cambios ambientales.
Recientemente, se ha demostrado que el cambio climático está alterando los patrones migratorios de las grullas en Europa. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) han documentado que las grullas abandonan antes sus zonas de invernada en la península ibérica, adelantando su partida en promedio un día cada tres años (http://bit.ly/4oyGHg0). Este fenómeno se atribuye al aumento de las temperaturas y a la escasez de agua en los humedales, , especialmente en lugares con aguas salobres como la laguna de Gallocanta, lo que reduce la disponibilidad de alimento y refugio. A largo plazo, estos cambios podrían afectar la supervivencia de la especie y su éxito reproductivo. Los modelos climáticos prevén un aumento de la desertificación en el sur de Europa, lo que supone un riesgo serio para el hábitat de la grulla y otras aves migratorias, pudiendo causar un desequilibrio en los ecosistemas.
El seguimiento de las grullas ha evolucionado gracias a la tecnología. Desde los años 70, se han utilizado métodos como el anillamiento, pero en las últimas décadas se han incorporado dispositivos GPS que permiten rastrear en tiempo real los movimientos de individuos. Estos datos han revelado que algunas grullas pueden recorrer más de 3.000 kilómetros en apenas unos días, volando a velocidades de hasta 80 km/h. Además, se ha descubierto que las grullas ajustan su altitud de vuelo según las condiciones meteorológicas, llegando a volar a más de 2.000 metros de altura para evitar turbulencias o aprovechar corrientes favorables.
Las grullas tienen una estructura social compleja. Migran en grupos familiares y mantienen vínculos de pareja durante toda la vida. Su canto no solo sirve para comunicarse, sino también para reforzar los lazos entre individuos. Las parejas realizan “duetos” sincronizados que pueden durar varios minutos. En algunos casos, se ha observado que las grullas jóvenes aprenden las rutas migratorias siguiendo a adultos experimentados, lo que demuestra un componente cultural en su comportamiento.
Aunque la población europea de grulla común ha aumentado en las últimas décadas gracias a medidas de conservación, persisten amenazas como la pérdida de hábitat, la intensificación agrícola y las alteraciones climáticas. En España, se estima que la población invernante supera los 150.000 individuos, siendo una de las más importantes de Europa.
La grulla común no solo es un símbolo de los paisajes europeos, sino también un indicador del estado de los ecosistemas. Su migración conecta regiones distantes y refleja los cambios ambientales que afectan a todo el continente. Observar su viaje es una oportunidad para comprender mejor la interdependencia entre especies, hábitats y clima, y para valorar la importancia de conservar la biodiversidad.
Paisaje sonoro
Hoy seguimos en plena raña de los Montes de Toledo donde vamos a escuchar sobre el viento y las primeras tormentas (Geofonía) a las dos especies de aves que están anunciando el cambio de tiempo (Biofonías): un bando de grullas (Grus grus) y otro de avefrías (Vanellus vanellus) que vienen del norte de Europa a pasar el invierno en nuestras latitudes.




