Opinión

Sanidad pública, utraque unum

La firma de opinión del jefe de servicio de Oftalmología del hospital Mancha Centro, Fernando González del Valle

Firma de opinión | Sanidad pública, utraque unum

Ciudad Real

Llegaron las transferencias a todas las autonomías y España vivió el renacer de su sistema sanitario. Aquel que aspiraba, con la Ley General de Sanidad de 1986 auspiciada por el recordado Ernest Lluch, a la universalidad y a la equidad. Dos palabras que suenan a columnas sobre las que se sustentan todas las bondades de nuestra sanidad pública.

También en la cruz de las monedas del imperio español aparecían las dos columnas de Hércules flanqueando los dos hemisferios y la leyenda plus ultra. Y nuestra sanidad fue “más allá” con el compromiso de los principios de calidad, universalidad y equidad de la Ley de un hombre altruista como LLuch. Y las transferencias sanitarias a las autonomías igualaron al sur con el norte de nuestro país, porque en la salud también ha habido siempre dos Españas.

Un cuarto de siglo después la fantástica sanidad española ha resistido las embestidas de los recortes de la crisis económica de 2008-2014 y de la pandemia de 2020. Pero no hemos salido bien parados de estos test de estrés. Después de veinticinco años desde las transferencias de las competencias sanitarias, se empiezan a reproducir los problemas que había antes, cuando vivir o nacer en una parte u otra de nuestro país, significaba tener una sanidad mejor o peor.

Los médicos no entendemos que los cribados de los cánceres de mama, colorectal o de cérvix, tengan diferentes protocolos en cada autonomía, o que existan diferentes calendarios vacunales o que no exista un único número de historia clínica para toda España, o que no haya una base de datos común en la que se recojan los datos sensibles de tumores o infecciones o de que el acceso a determinadas cirugías, tratamientos o pruebas diagnósticas estén sujetos a mayores dificultades o esperas en función de la región de España de la que se trate.

Cuando se destapa un escándalo autonómico en sanidad, lo sencillo es criticar la gestión del gobierno en cuestión. Pero nuestro estado no puede obviar su responsabilidad en vigilar que la equidad sanitaria no se pierda. Los médicos estamos movilizados y preocupados por el borrador del futuro estatuto de nuestra profesión. Y a las malas, si se llegara a aprobar tal como esta, un gravísimo problema sería la variabilidad de su desarrollo autonómico, que ahondaría las diferencias entre los médicos en función de su lugar de trabajo, en función de la riqueza económica de cada autonomía.

Porque después de casi cinco lustros, el envejecimiento poblacional, los nuevos tratamientos médicos y las nuevas indicaciones quirúrgicas que han ido apareciendo, han ido minando los presupuestos sanitarios, ampliando las diferencias entre autonomías por el propio devenir de la Medicina y de la evolución de la riqueza y de los presupuestos regionales. La refinanciación autonómica solo funcionara si se considera a cada ciudadano con los mismos derechos sanitarios, independientemente de si reside en una autonomía rica o pobre.

Tendría que dar igual nacer, vivir o ser médico en cualquier sitio de España. No podemos permitirnos perder la equidad. Está en juego el futuro de nuestra envidiada sanidad. En los reales de a ocho españoles figuraba la leyenda latina utraque unum, que trataba de mostrar la unidad de la Hispanidad en general. Necesitamos mantenernos unidos en la defensa de nuestra sanidad pública, aspirando a que nuestra propia organización estatal no mine sus pilares de universalidad y equidad. Todos debemos ser uno en la defensa de la sanidad pública.