Opinión

"Las redes que nacieron para conectarnos, y LinkedIn para hacerlo con otros profesionales, se han convertido en un espacio que nos desconecta del verdadero propósito"

'La fortaleza de saberse, (y mostrarse), vulnerable', la firma de opinión de la empresaria y vocal de la Asociación de Importadores y Exportadores de Albacete, Sara Cano

'La fortaleza de saberse, (y mostrarse), vulnerable', la firma de Sara Cano

Albacete

Hace ya casi 5 años, cuando regresaba de una aventura laboral en Qatar, (que no salió demasiado bien), sentí el impulso casi irrefrenable de escribir en LinkedIn una publicación, que más que tener fines de promoción de mis capacidades profesionales, pretendía mostrar la nube gris de decepción que a menudo tapa las expectativas previas. Sin embargo, la tormenta emocional que me supuso aquel fracaso, no era tan fuerte como el miedo a convertirme en la “irreverente” de LinkedIn. Mostrarse frágil, incluso real, mientras las publicaciones de mis compañeros de máster comenzaban con “estoy feliz de anunciar que…”, no parecía una opción. Y es que, ser vulnerable, no ha sido nunca una capacidad deseable en un buen profesional, al menos hasta ahora.

Últimamente, vengo escuchando hablar de un término que resuena profundamente con mi sentir de los últimos años. La Autoestima digital, o más bien, la falta de ella. En la no tan maravillosa era digital, donde las vidas parecen ser siempre mejores al otro lado de la pantalla, a mí me preocupan especialmente los profesionales que al entrar en LinkedIn, ven un espejo que no les refleja fidedignamente. Y a menudo me he encontrado preguntándome a mí misma, si entre tanta perfección, podría existir un espacio seguro, donde contar con fracasos en el curriculum, solo sea la prueba de que se ha intentado.

Las redes que nacieron para conectarnos, y en concreto LinkedIn, para hacerlo con otros profesionales, se han convertido en un espacio que nos desconecta del verdadero propósito. Esa plataforma hostil, ya no sirve para buscar trabajo, ahora se usa para conseguir validación. Ya no nos comparamos con influencers, sino con colegas que parecen avanzar más rápido, tener más contactos o recibir más reconocimiento. Aquí, la cultura del éxito laboral permanente, repleta de ascensos, proyectos y certificaciones, es una bomba de presión social que hacen que el silencio y la inactividad se puedan percibir como una rendición a la derrota. En LinkedIn, nadie publica sus errores, solo vemos la versión editada del éxito.

Un estudio de la Harvard Business Review en 2022 mostró que el 37% de los profesionales siente estrés o inseguridad tras navegar por esta red. Imagínate entrando a LinkedIn justo después de que tu autoconcepto haya sido maltratado, por asertivo que haya sido el encargado de avisarte de que no seguirán contando contigo en la empresa. Debe sentirse algo así como estar en una barca inflable (y quizá hasta pinchada), en un mar repleto de yates de lujo. ¿Cómo enfrentarse al tan temido “en búsqueda activa de empleo”, cuando nadie a tu alrededor parece haber tenido que hacerlo nunca?. ¿Te sentirías inspirado, o querrías ser liderado por alguien que no está dispuesto a reconocer que no ha llegado hasta ahí, sin antes haber errado?

Si me preguntan a mí, diría que es precisamente esa vulnerabilidad, esa capacidad para conectar emocionalmente con aquellos a los que se debe liderar lo que hace que confíes en que tus fallas no determinan tu valía, tan solo tu condición de humano. Por eso defiendo el deber de elegir la honestidad para todo aquello que se publica, (o no), para que los nuevos líderes, vean la fortaleza que mostrarse vulnerable requiere. Si un líder es aquel que influye, guía o inspira, y algún día puedo ser considerada por alguien como tal, me gustaría influir, sin tener que presumir. Elegiría guiar, y ser guiada, no desde la superioridad moral de aquel que escala la pirámide sin tropezarse nunca, sino desde la valentía del que expone las vicisitudes de un camino que casi nunca es llano. Porque la inspiración, debe venir de aquellos que a pesar del silencio digital, han sabido convertir su experiencia en un propósito de mejorar el mundo que les rodea, aunque este sea pequeño, como mi pequeño pueblo albaceteño. Y así, que otros aspiren, a ser una versión de sí mismos, donde su autoestima no dependa de la cantidad de medallas que puedan colocar en su perfil de LinkedIn.