"Letur va renaciendo de sus cenizas. Las gentes de la Sierra del Segura son duras como las piedras de sus montañas"
'El Cantero de Letur', la firma de opinión del jurista, profesor titular de Derecho Civil en la URJC, académico RAED, escritor, dramaturgo y presidente de la Asociación de Amigos de los Teatros históricos de España, Javier López-Galiacho

'El cantero de Letur', la firma de Galiacho
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Albacete
Hace justo un año, la noche de la tragedia de la DANA , no podía quitarme de la cabeza a nuestro pueblo de Letur y las zonas afectadas de Valencia. A sus gentes, a su sufrimiento. Algo me decía que el dolor estaba muy cerca de mi corazón. Las riadas arrasaron calles, casas, vidas. El agua, que tantas veces es fuente de vida, se convirtió en fuerza destructora.
A la mañana siguiente, camino de Albacete, conecté con Radio Albacete. Al frente del equipo estaba Justina, su directora, que esa jornada se convirtió en cronista de la desolación. Su testimonio fue valiente, necesario. Entre lágrimas, una vecina lanzó una súplica que se me quedó grabada: “No nos olvidéis. No vengáis hoy y mañana nos olvidéis. Por favor, seguid contando todo esto. Necesitamos ayuda. Que no nos dejen solos.”
Letur no fue olvidado. Y eso, en estos tiempos, es casi un milagro. Las autoridades locales, provinciales y autonómicas estuvieron a la altura. Se acercaron al pueblo, ayudaron, reconstruyeron infraestructuras, buscaron a los desaparecidos. No todos los lugares pueden decir lo mismo.
De aquella tragedia me quedó grabada la imagen de una casa arrasada en el esquinazo, donde las aguas se llevaron la fachada, pero quedó intacta la alcoba. Allí, en ese rincón íntimo, se había desarrollado la vida de una familia que ya no estaba. Esa imagen es símbolo de lo que se perdió, pero también de lo que permanece.
Letur va renaciendo de sus cenizas. Las gentes de la Sierra del Segura son duras como las piedras de sus montañas. Saben correr hacia el futuro como las aguas de su río. Solo queda aprender de lo que se pudo hacer mejor y tener muy presente que las aguas tienen memoria. Y volverán.
Recuerdo ese fin de semana tras la tragedia, recorriendo supermercados de la Sierra de Madrid buscando los productos lácteos de El Cantero de Letur. Una empresa solidaria que da trabajo a más de 120 personas de la zona, produciendo magníficos productos derivados de la leche. Al final los encontré en un gran supermercado de Colmenar Viejo. Compré varios tarros de su kéfir de cabra y envié una foto a Santi Cabañero, presidente de la Diputación. Le dije que era mi forma de solidarizarme con el pueblo: apostar por los productos de Letur era apostar por su recuperación.
Luego vendría el festival taurino organizado por el empresario Manuel Amador. No se quedó quieto ante el televisor llorando penas. Descolgó el teléfono y consiguió reunir a todas las figuras del toreo para organizar un festival benéfico a favor de Letur. Fue un éxito taurino y de público. Un gesto que honra al toreo y a quienes lo entienden como escuela de vida y de solidaridad.
Como los canteros que trabajan la piedra con paciencia y fe, Letur ha comenzado a reconstruirse golpe a golpe, día a día. El agua quiso borrar su historia, pero no pudo con el alma de sus gentes. Porque en Letur, como en la piedra, hay memoria. Y cada herida se convierte en cicatriz tallada, en testimonio de resistencia. El pueblo, como el cantero, no se rinde: levanta su futuro sobre los escombros, esculpe esperanza en cada rincón, y nos recuerda que la vida, como la piedra, se forja con esfuerzo, con comunidad y con amor.
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