La oficina: ese segundo hogar que no elegimos

Toledo (Toledo)

¿Alguna vez te has parado a pensar que pasamos, como mínimo, la mitad del tiempo que permanecemos despiertos en el centro de trabajo? Es más: pasamos más horas con nuestros compañeros de trabajo que con nuestra propia familia, amigos o pareja.

Y es que, nos guste o no, los compañeros acaban siendo como una segunda familia. Compartimos con ellos una media de cuarenta horas semanales, y lo curioso es que, a diferencia de nuestros seres queridos, no los hemos elegido. Salvo que tengas la “fortuna” de ser tu propio jefe y formar tu propio equipo, lo habitual es que te toque convivir con personas muy distintas a ti, con sus manías, sus ritmos, sus formas de comunicar… y también con sus luces y sombras.

Tu trabajo puede tener todos los ingredientes del empleo ideal: buena remuneración, horario flexible, ubicación cercana a tu casa… pero si hay una persona que te hace la vida imposible, ese sueño laboral puede convertirse en una auténtica pesadilla. Porque el clima laboral no se mide solo en cifras, sino en emociones. Y una sola persona tóxica puede contaminar el ambiente entero.

Vivimos tiempos de estrés, de prisas, de competitividad feroz. La tolerancia parece estar en peligro de extinción, y la empatía, en vías de desaparición. Pero justo por eso, es más necesario que nunca cultivar relaciones sanas en el trabajo. No hace falta que todos seamos amigos íntimos, pero sí que haya respeto, escucha y un mínimo de humanidad.

Porque al final, el trabajo no es solo lo que hacemos. Es también con quién lo hacemos. Y eso, aunque no lo diga el contrato, marca la diferencia entre sobrevivir…o disfrutar.