"Los periodistas somos notarios y, no, no mentimos. O no lo hacemos quienes pensamos que tenemos una responsabilidad social"

Albacete

Noviembre es el mes del periodismo en Albacete. El mes en el que debatimos de ese oficio tan denostado que alguien alguna vez consideró el Cuarto Poder. Hablamos de profesionales que, oiga, qué quiere que le diga, sí, somos notarios y, no, no mentimos. Bueno, no lo hacemos quienes pensamos que tenemos una responsabilidad social y creemos que, como ya me habéis oído decir muchas veces, “sin periodismo (honesto, riguroso, veraz, ético) no hay democracia”.

Hoy, esta misma tarde, empiezan las Jornadas de Periodismo que preparamos en la Asociación de Periodistas de Albacete. Por delante cinco jornadas repartidas entre todo el mes para asomarnos, por ejemplo, a un país del que nos hemos olvidado porque el planeta gira y ya no nos acordamos de Siria, de la represión insoportable que sufrió aquél pueblo, del éxodo masivo de personas que buscaban refugio en Europa huyendo de la guerra, del hambre y de la persecución política. Porque el dictador también acabó huyendo, pero a él no le pusieron zancadillas en la frontera de Rusia para vivir como un zar en Moscú. Detrás dejó la huella de su régimen opresor. Un grandísimo periodista, el fotógrafo Samuel Nácar, encontró el rastro y le mostró al mundo las imágenes de hombres destruidos dentro de cárceles inhumanas. Su trabajo fue reconocido este año con el prestigioso premio World Press Photo.

También tendremos tiempo para la información política y comunicación institucional. De esa que ahora está en una de las salas del Supremo, donde se escucha a charlatanes vendedores de crece pelo, a los que no les hace falta recorrer en carro cada pueblo, porque ya tienen Twitter, o X, o lo que quieras. Frente a ellos, la voz de profesionales que contrastan y auditan cada línea. Hablo de periodistas como Miguel Muñoz, de Público.

La maraña de la política también hay que desentrañarla en los pasillos vaticanos. Es lo que hace Jesús Bastante, periodista especialista en información religiosa, ésa que, en años como este, se vuelve tan atractiva como intrincada. “A papa muerto, papa puesto”, y películas imaginando una realidad que, muchas veces, supera a la ficción, por mucha imaginación que le ponga Edward Berger.

Imaginación, y sobre todo buen hacer, el que ponen periodistas de toda Europa para recuperar el prestigio de su profesión. Sus testimonios los recopila José Alberto García Avilés en su libro “Águilas y colibríes”, aves que no temen a la inteligencia artificial, ni a los bulos, ni a la desinformación, ni a todas esas amenazas que nos creen vulnerables.

Son ejemplos de profesionales que te hacen reconciliarte con el oficio y con un compromiso social como el que demuestra en cada palabra que escribe en El País Elena Reina. A ella, que será la que abra las jornadas esta tarde, me la he dejado para el final, Kiko, porque ha sido testigo de cómo periodistas se dejaron la vida ejerciendo. Pasa en México, sí, (y en muchas otras partes), a ellos y a ellas se les ejecutó por ser “notarios” de la verdad.