"Despachamos violencia por lo mucho y por lo menos... Los que creemos en la paz y la palabra debemos hacernos presentes y activistas"
'Violencia como respuesta', la firma de opinión de la enfermera, profesora de enfermería y presidenta del Colegio de Enfermería, Concha Piqueras

'Violencia como respuesta', la firma de Concha Piqueras
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Albacete
A las enfermeras nos interesa la respuesta humana. Ante una realidad que afecta a las personas, nuestra formación nos enseña que, además de buscar sus causas, debemos entender qué elementos determinan o influyen en esa experiencia para desde ahí, intentar poner en marcha acciones de cuidado o las intervenciones profesionales adecuadas.
Comprender una realidad personal o social es entender la respuesta empleada y con qué emoción o conducta se está expresando lo que no funciona bien.
En este marco me sitúo al ponerme frente a la violencia, o mejor expresado, para intentar entender la violencia como respuesta individual o de un grupo.
La respuesta violenta como elección personal se está extendiendo a múltiples situaciones y aspectos de la convivencia. La observamos en múltiples contextos, desde el más privado del hogar, a la escuela, el centro sanitario, en el trabajo, la calle o el mundo.
Los violentos responden igual, con violencia como respuesta, tanto para afrontar las dificultades y desigualdades de la vida social como para saldar la propia frustración o las exigencias y pérdidas de la vida personal.
Despachamos violencia por lo mucho y por lo menos. Verbalmente, con palabras que dañan, elevando la voz o invadiendo el espacio del otro con gritos y ruido. También se violenta con gestos y desconsideración. Y, por supuesto, con golpes y heridas que producen o llevan a la muerte.
Muchos nos preguntamos si ¿estamos regresando a la violencia como forma de resolver conflictos?, si al formar parte de nuestra cotidianidad ¿estamos normalizando la violencia? Y si, usada también por personas influyentes ¿es que la violencia resulta útil para expresar la discrepancia?
Comparto con ustedes estas preguntas y entiendo que el abordaje de la violencia es complejo y precisa de voluntad y políticas de luces largas, con acciones dirigidas a mejorar la convivencia, como con un mejor reparto de oportunidades y bienes. También es imprescindible identificar qué recursos nos ayudan a aprender a gestionar lo que sentimos, lo que nos cabrea o nos afecta, para poder dar una respuesta pacífica y no violenta al otro. Así, romperemos el automatismo descontrolado del golpe o el insulto que descarga la frustración, la culpa o la responsabilidad.
Los que creemos en la paz y la palabra debemos hacernos presentes y activistas. Eduquemos en otras respuestas efectivas para comunicarse, para sentir dolor y expresarlo, para protestar y actuar. Y paremos ya de normalizar lo que es inaceptable, reprochemos y afeemos a quienes desde cualquier anonimato, púlpito o tribuna hablan o actúan con violencia y pongamos en valor a las personas que respetan, que nos respetan.
Se llamaba Eugenia y ha sido asesinada, víctima de violencia machista en Zaragoza.
Se llamaba Sandra y decidió acabar con su vida, víctima de violencia en su escuela en Sevilla.
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