Luis Landero, premio Glauka 2025 en Cuenca: “No podemos vivir sin fantasía”
El escritor extremeño recibe el galardón de las Amigas de la Lectura por su brillante trayectoria y su contribución a la difusión de la literatura

Luis Landero, premio Glauka 2025 en Cuenca: “No podemos vivir sin fantasía”
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Cuenca
El escritor, periodista, filólogo y profesor Luis Landero (Alburquerque, 1948) recibe esta semana en Cuenca el Premio Glauka, que concede la Asociación Amigas de la Lectura.
El galardón, que reconoce su destacada carrera y su influencia en el fomento de la lectura, se entregará en un acto público el jueves 13 de noviembre a las 17:30 horas en el Teatro Auditorio José Luis Perales de Cuenca.
Autor de títulos imprescindibles como Juegos de la edad tardía, El guitarrista, Lluvia fina o La última función, publicada en 2024 y que presentó en la feria del libro Cuenca Lee. Landero ha sabido combinar el humor, la nostalgia y la observación minuciosa del alma humana en una obra que ya forma parte del canon contemporáneo en español.

Luis Landero en el programa A vivir que son dos días de la SER cuando presentó 'La última función' en 2024.

Luis Landero en el programa A vivir que son dos días de la SER cuando presentó 'La última función' en 2024.
¿Qué significado tiene para usted este reconocimiento que proviene de un grupo de lectoras apasionadas por los libros?
Ese es precisamente su valor. Tiene una carga muy emotiva. Le concedo muchísimo valor a este premio porque viene de los lectores, o en este caso, de las lectoras. Es un galardón muy original y me ha llegado al alma. Cuando me lo comunicaron pensé: “Qué mejor premio que el que te dan tus propios lectores”. Estoy muy agradecido y emocionado.
Juegos de la edad tardía marcó un antes y un después en su vida literaria. ¿Cómo recuerda aquel momento en el que su primera novela se convirtió en un fenómeno de crítica y público?
Todavía sigo sorprendido del éxito que tuvo. Pensaba que sería una novela minoritaria, con cierta densidad y complejidad estilística. Yo solo esperaba que se vendieran al menos mil ejemplares, para que los editores no perdieran dinero, y recibir cuatro o cinco buenas críticas para poder seguir escribiendo. Pero tuvo mucho éxito, y lo recuerdo con cariño… y también con un poco de susto.
En sus obras, la fantasía y la realidad se entremezclan de forma muy natural. ¿Cree que todos necesitamos fabular un poco para entendernos mejor a nosotros mismos?
Por supuesto. Todos fabulamos constantemente, porque nos contamos historias cada día: lo que nos ha pasado, lo que soñamos o recordamos. Siempre hay un añadido imaginario. No podemos vivir sin fantasear; sin esa parte, la vida sería demasiado dura. Y a menudo, en la fantasía está la verdad más honda de la realidad. Igual que en los sueños se esconde una verdad profunda. La fantasía es connatural al ser humano.
Usted ha sido también profesor y siempre ha mostrado una gran sensibilidad por el lenguaje. ¿Cómo se enseña hoy a amar las palabras y a escuchar el idioma con atención?
La mejor manera de enseñar es la pasión. Un poema bien recitado en clase vale más que toda la erudición del mundo. La literatura no se enseña, se contagia. Y se contagia a través del entusiasmo: leyendo en clase, comentando, compartiendo. Eso debe hacerse tanto en la escuela como en la familia, aunque sobre todo en la escuela. Hay que demostrar que leer es un placer, un placer maravilloso.
En sus novelas hay personajes que buscan sentido, que sueñan con ser otros. ¿Qué le atrae de esa condición del hombre común que aspira a trascender su rutina?
Creo que esa es la historia universal de casi todas las personas, salvo las que son felices, que son pocas. Lo normal es la insatisfacción, el deseo de algo más. Mis personajes son así. El gran ejemplo es Don Quijote: alguien que persigue un sueño y sigue fiel a él a pesar de las derrotas. En la condición humana está la insatisfacción, el afán de trascendencia y también la derrota… pero la derrota con gloria. Quien lo intenta y no lo consigue no ha fracasado, porque lo ha intentado.
La lectura sigue siendo para muchos una forma de refugio y de descubrimiento. ¿Qué papel cree que tiene el libro en esta sociedad cada vez más digital y acelerada?
Tiene un papel fundamental, porque nos entrena en la lentitud. Leer significa lentitud y soledad, y casi todas las grandes cosas que ha hecho la humanidad se han hecho desde ahí: desde la concentración, la calma. Leer nos hace más inteligentes, más sensibles, más imaginativos. Cuando hablo con alguien enseguida sé si ha leído o no. Leer nos enseña a mirar desde dentro, a vivir de primera mano, no de segunda. Nos hace originales.
Ha mencionado en varias ocasiones la influencia de Cervantes y del realismo mágico. ¿Cómo dialogan esas raíces literarias con su propia voz narrativa?
Debe de ser un laberinto de influencias. Los clásicos españoles, la novela del siglo XIX, del XX… Cuando uno ha leído tanto, va tomando de aquí y de allá, como una urraca que lleva a casa todo lo que le interesa. Se puede estar influido por Cervantes sin haberlo leído directamente, porque su huella está en otros autores: Sterne, Dickens, Balzac… Cervantes está en todas partes; es infinito.
¿Qué le inspira o le inquieta hoy para seguir escribiendo?
Todo lo que pasa en el mundo. Los horrores que estamos viviendo fuera y dentro de España: la pobreza, el poder del dinero, esa tiranía que impone. A veces uno se pregunta si merece la pena escribir cuando hay niños muriendo bombardeados o de hambre. Pero hay que seguir, porque es lo mejor que se puede hacer. Aun así, el paisaje del mundo no es muy alentador.
¿Hay alguna novedad literaria a la vista?
Sí, el 4 de febrero sale mi nueva novela que se titula Coloquio de invierno.

Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...




