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Robles por bandera

La firma de opinión del catedrático de la UCLM, investigador y director del Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, Pablo Ferrandis

Firma de opinión | Robles por bandera

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Albacete

He de confesarlo: hay algunas banderas nacionales que despiertan mi envidia. Y no es por los colores, sino por los motivos que sobre su lienzo se representan. En mi calidad de biólogo naturalista, que el pueblo libanés escogiera el precioso cedro endémico de aquella tierra como símbolo nacional me cautiva. Lo mismo me sucede con la hoja de arce estampada en la bandera del Canadá, o la ceiba, árbol majestuoso y envuelto por la tradición mágica, en la de Guinea Ecuatorial. Cierto que en el escudo nacional de nuestra enseña se dibuja una granada, en representación del reino de la que tomó el nombre, lo cual celebro mucho, por la exquisitez tecnológica de aquella civilización medieval a la que tanto debemos y por la singular personalidad de la planta. Es el granado un arbolillo coqueto y exuberante en su cosecha, de fronda abundante y lustrosa y hermosa floración. Ya lo decía Juan Perro: “Dame tu polen dorado/florecita carmesí/que ya madura el rubí/en esa flor de granado”. La granada es una de las estructuras más caprichosas del reino vegetal: grande, esférica y rematada por una corona, todo ello envuelto en una piel rojiza, gruesa y coriácea. Se trata en realidad de una infrutescencia, es decir, una agrupación de frutos, pues los frutos verdaderos son los jugosos granitos que encierra en su interior. Esta balaustra -que así se nombra en botánica a esta curiosa estructura- era ya muy apreciada en la Antigüedad, pues su dureza permitía transportar los frutos largas distancias y almacenarlos sin perder calidad.

Pero lo cierto es que este precioso árbol, que nunca faltó en las aldeas de la España mediterránea rural, es extranjero. Representa, sí, la tradición de aquel Reino de Granada, que lo trajo de Asia, a sus huertos y jardines. En nuestro escudo nacional se representan, además, las armas de los reinos que, con su unificación, conformaron esta España en la que ahora convivimos: Castilla, León, la Corona de Aragón y Navarra. Sin más motivo vegetal. No seré yo quien pretenda cambiar la simbología de este impresionante país, cosido a base de tantos avatares e historia, pero por soñar e imaginar, al gusto de cada cual, que no quede. Cuando veo el contorno del cedro del Líbano en su bandera, imagino una bandera nacional acuñada por la simbología de los robles ibéricos. Y no lo hago a la ligera. Toda la península ibérica -uno de los territorios naturales más fascinantes del globo terráqueo- está cubierta de diversos robles, distribuidos según esa transición climática que va del norte atlántico al sur mediterráneo, y la edáfica, que cambia del este calizo al oeste silíceo. De forma simplificada, el roble melojo se distribuye principalmente por Castilla-León; el carbayo por Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco; el alcornoque por Extremadura y la Andalucía occidental; el quejigo por Aragón; la encina continental por el Levante, Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura, Madrid; la alsina, en Cataluña. Así que, todos los antiguos reinos que finalmente conformaron la España actual bien podrían estar representados por los robles, que, de forma natural, abundaron en sus bosques.

Estos árboles poseen algunas cualidades que los hacen del todo valedores simbólicos de aquellos pueblos. Los robles ibéricos dibujaron, antes que nosotros, su distribución territorial, cual si fueran esos reinos que luego vinimos a ocupar los humanos. Además, en las fronteras de estos territorios biogeográficos las especies se mezclan, dando lugar con frecuencia a “mestos”, es decir, robles mixtos o híbridos. La característica que mejor ayuda a diferenciar los robles es la forma de su hoja. El fruto - la bellota-, a la que tanto debemos los ibéricos, sin embargo, es muy parecida entre unos y otros. En mi imaginario,

a veces represento una bandera con el contorno de las hojas de cada roble en el escudo, y en el centro, la silueta de una bellota, representando fecundidad y prosperidad. En mi opinión, simbolizan parejamente la historia territorial y el mestizaje de los pueblos que tan grandes hacen a las Españas.

Atentamente les saluda, Pablo de Passo.

Pablo Ferrandis

Pablo Ferrandis

Pablo Ferrandis Gotor (Albacete, 1966) es Catedrático en la Universidad de Castilla-La Mancha. Licenciado...

 

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