La afición del Deportivo Guadalajara, el único triunfo en una jornada difícil

O Couto

El Deportivo Guadalajara vivió en O Couto otra tarde para el olvido. Llegaba con la obligación de frenar una racha negativa y lo hacía ante un Ourense colista, rival que parecía propicio para reaccionar. Sin embargo, el guion volvió a repetirse: tras un buen inicio con ocasiones de David Amigo y Cera, un penalti de Castillo al filo del descanso abrió la herida.

En la segunda parte, el campo castigado por la lluvia y los errores propios inclinaron el partido hacia el local. Nacho Castillo aprovechó un rechace para el 2-0 y Omar, de volea, cerró el 3-0 definitivo. El Dépor se desordenó y bajó los brazos, reflejo de una dinámica que ya suma ocho partidos sin ganar y cuatro salidas sin marcar.

El pitido final dejó un mensaje claro, el Guadalajara está pagando muy caro cada error y no logra levantarse de una dinámica de ocho partidos sin ganar y cuatro salidas sin ver puerta. A pesar de todo, la clasificación aún ofrece margen de maniobra, pero la imagen mostrada en O Couto obliga a una reflexión seria. El Ourense, que partía como colista, salió reforzado y demostró que en la Primera RFEF nadie regala nada. El conjunto morado, en cambio, vuelve a casa con un golpe de realidad y la necesidad urgente de reencontrarse con aquella versión sólida, valiente y competitiva que ofreció en el arranque de temporada y que hoy parece muy lejana.

Entre toda esta situación, hubo un detalle que sí estuvo a la altura: la afición morada desplazada hasta O Couto. Una hinchada que, pese al marcador, no dejó de animar ni un instante, empujando cuando el equipo más lo necesitaba en una tarde de domingo durísima. Porque, aunque la racha duela y las sensaciones sean preocupantes, queda mucha temporada por delante. No es momento de buscar culpables ni de caer en soluciones drásticas, sino de mantener la calma, recuperar confianza y trabajar para cambiar la dinámica.