Navidad en noviembre

Toledo (Toledo)

Este año el ayuntamiento de Toledo ha decidido que la Navidad no llegue pronto, sino que llegue en modo anticipado premium.

Porque no sé tú, pero yo siento como si me hubiera quedado dormida, pasando un mes sin apenas enterarme, pero no, no me quedé dormida ni pasó un mes, sino que vivimos en un mundo donde la Navidad tiene prisa, y Toledo parece que todavía más. Hasta hace no tanto, la frontera era clara, primero el frío, luego la iluminación.

Pero ahora vamos tan rápido que lo siguiente será ver renos en septiembre organizando el tráfico de Zocodover.

Vivir en el Casco en estas fechas debe ser una experiencia sensorial única. He vivido en el Casco más de quince años y sé muy bien de lo que hablo. Abrir la ventana para ventilar y sentir que la luz que entra no es del sol, sino de los miles de led que te iluminan la cocina como si fueras una influencer grabando un tutorial.

Y yo me pregunto, ¿esta carrera contrarreloj del alumbrado tendrá algo que ver con el reclamo turístico? Tengo dudas, ya que los turistas vienen, disfrutan y se van tan contentos, pero ¿la estrategia en sí, la idea de convertir noviembre en una pretemporada navideña?, ¿encendemos antes, para que vengan antes?, ¿una especie de Black Friday emocional donde la ciudad es el escaparate?. Parece como si los ritmos de la ciudad no los marcara el calendario natural, sino el calendario del hay que activar la campaña.

Nos encontramos con opiniones varias, porque seamos sinceros, nos quejamos, sí, pero lo hacemos con ese tono tan nuestro que mezcla crítica, humor y un poquito de orgullo mal disimulado. Es muy pronto, es verdad que está bonito, pero yo todavía estoy en modo calabaza de Halloween…Y al final, pues al final, pese a lo pronto, pese al calendario acelerado, las luces parece que funcionan para muchos.

Pero ojo, no todos los que viven en el Casco están encantados con esta Navidad anticipada. De hecho, muchos vecinos convocaron una protesta justo durante el encendido, saliendo a la calle para gritar lo que muchos también sienten.

Así que no, este alumbrado no es solo una postal bonita para las fotos de Instagram, ya que para muchas personas que viven bajo esas bombillas, es un símbolo de una tensión sin resolver, la de un Casco que se ilumina para que otros vengan, mientras algunos ya no encuentran su espacio. Y quizás esa sea la paradoja más navideña de todas, no es que no se quieran luces, sino que el Casco no sea solo escenario, sino hogar también.