Protección Civil Iniesta: la condecoración que reconoce años de entrega, dolor y esperanza

No se escuchan sirenas ni focos cuando todo está tranquilo, pero hay personas que siguen alerta, que entrenan, que reponen material, que esperan esa llamada que ojalá no llegue nunca. Una de ellas es Juan Pablo Prieto, jefe de Protección Civil Iniesta, que tras la reciente condecoración regional recibida por la agrupación ha conversado en nuestros micrófonos sobre el significado real de un reconocimiento que, asegura, “refleja a la familia que somos”.

Durante la entrevista, Prieto ha recordado las emergencias que han marcado a los voluntarios, especialmente las inundaciones de Mira, Valencia y otras zonas de la Manchuela el pasado año. Aquellos días, relata, “se te vienen a la cabeza compañeros que están y que ya no están… es un momento de sentimientos encontrados”. Ver calles sumergidas, viviendas anegadas y rostros de vecinos desorientados fue para él “lo más duro que nos ha tocado vivir”.

Pero no todo son cicatrices. También quedan abrazos, voces pequeñas con ojos grandes, como las de los niños que meses después les gritaban “¡Viva Protección Civil!”, en una cabalgata con juguetes. Juan Pablo ha reconocido que “esas cosas te dan vida por dentro”.

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Prieto quiso poner un foco necesario en aquello que no se ve: la vida personal detrás del voluntariado. De este modo, ha indicado que “hay familias que se quedan en casa sin saber dónde estamos, si volveremos pronto o si estamos en peligro. Ellos también son parte de esto”. Y lo dice con la tranquilidad de quien habla desde dentro: cursos, formación constante, compañeros que se van y vuelven, tiempo invisible invertido en revisar vehículos, botiquines, comunicaciones y dispositivos preventivos que permiten que, cuando se les necesite, estén preparados.

El jefe de agrupación ha reconocido que su llegada fue “egoísta”: no saber qué ocurría con su esposa durante una carrera popular fue el detonante para formarse. Un camino que terminó convirtiéndose en vocación y, sobre todo, en compromiso. Así, ha subrayado que “la emergencia me ha llamado tanto que hoy es mi especialidad”.

También hubo espacio para los nombres propios. Prieto ha recordado emocionado a compañeros fallecidos y ha celebrado el regreso de voluntarios históricos como Carmen, una de las fundadoras, que ha retomado el chaleco con la misma energía que hace 25 años: “Ojalá llegáramos a su edad como llega ella”.

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Sobre el reconocimiento recibido, lo tiene claro, “no es personal, es colectivo. Es la prueba de que el trabajo diario se ve, que somos una familia que se cuida, que se apoya y que quiere seguir así muchos años”.

Antes de finalizar, ha lanzado un mensaje para quienes están pensando en dar el paso, “que no lo duden. Que vayan a su agrupación, que se formen, que ayuden. No tiene precio lo que te llevas.”

¿Su deseo para el futuro? Que haya menos emergencias, menos ventanas rotas, menos personas desaparecidas. De esta forma, ha remarcado que “es un deseo egoísta —admite— pero significa que todo va bien. Y aun así, ojalá sigamos siendo esta familia humilde que pone su tiempo a disposición de los demás”.

Y eso, a veces, es más heroico que cualquier medalla.