"La visita al Museo de la Cerámica Nacional de Chinchilla es asignatura obligada para cualquier albaceteño"

Albacete

El otoño rebelde de los últimos días de noviembre no impidió retener memorias en torno a la comarca de La Mancha de Montearagón a solo 13 km de donde nos movemos cada día; yo creo, a veces, sobre todo, ocurre cuando el cielo se pinta de azul y el sol te emboza la piel en tus paseos mañaneros. Ahí es cuando rebuscas con envidia el perfil espléndido que te presenta el cerro de San Blas donde está plantada y reposa feliz desde hace cientos de años la ciudad de Chinchilla, mirándote con el orgullo de haber sobrevivido a las cuitas del medievo histórico desde su atalaya de 897 metros sobre el nivel del mar, villa siempre tranquila y como posando para la curiosidad. Presumiendo de un castillo que amortigua silencios desde sus 965 metros de altitud mientras disfruta de su eterna soledad a la par que guarda escrupulosamente como un tesoro patrio el Museo de Cerámica Nacional que hace 45 años fundaron los albaceteños Carmina Useros y Manuel Belmonte.

Ni que decir tiene que cuando solicitamos unos amigos la visita a ser posible guiada del tesoro guardado en el museo en lo alto de una de las cuestas a quien lo cuida y protege ahora: su hija Elisa Belmonte y su marido Antonio Yebenes quien dirigió durante muchos años el Consorcio Cultural Albacete, nos fue brindada dicha petición en una larga sesión detallada del material protegido a lo largo de tantos años. Yebenes, nos ofreció un puntual y detallado informe de lo reposado en sus tres pisos de exhibición.

Las gargolas, los botijos, las garrafas, saludaban nuestras sorprendidas miradas apoyadas en los estantes cuidadosamente acicalados; como especieros, bebederos o cántaras en algunos casos adquiridos fuera de la frontera albaceteña, mostradas en poblaciones de 47 provincias españolas muchas de ellas ya cerradas y condenadas al olvido...cantimploras de barro (¡todo era de barro!; benditeras... ahora resulta que era donde reposaban las aguas benditas... Asadores de Pollos: en realidad recipientes de barro del tamaño de un gallino cerradas con una tapa que se coloca directamente en las brasas. El museo de la cerámica tiene seis salas agrupadas por provincias, tanto en forma como en colores, donde destacan las diferencias de tierras y arcillas existentes por toda España.

Dudamos que haya muestras de cerámica en el país que superen lo que Chinchilla ofrece al visitante cada sábado, cada domingo de once y media a una y media sin contar evidentemente con el auténtico placer que supone la vista que desde lel balcón que regala el museo el panorama contemplado sea absolutamente espectacular.

La visita al Museo de la Cerámica Nacional es, desde luego, asignatura lógicamente obligada para cualquier albaceteño.