Constitución(es)
Si pusiéramos el mismo entusiasmo y energía en conocer y asumir la historia de España que en vocear su nombre cien veces con un ardor que nunca he entendido, llegaríamos mucho más lejos

La mirada de Toledo: Constitución(es) (09/12/2025)
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Toledo (Toledo)
Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.
Nadie podrá decir que en España no lo hemos intentado veces aunque el resultado haya sido más que discutible la mayoría de ellas. Hasta ocho Constituciones hemos estrenado desde principios del siglo XIX y ninguna ha superado, de momento, su cincuenta cumpleaños. Desde la “Pepa” en 1812 -que acató a regañadientes Fernando VII y que luego, como buen Borbón, se saltó a la torera- hasta la de 1978 que celebrábamos el pasado sábado y de la que se habla más de lo que se practica. En medio, la 1834, la de 1837 (que en realidad fue un Estatuto Real), la de 1845, la de 1869, la de 1876 y la de 1931. Por Constituciones no será, desde luego. Y es que también en esto de consagrar derechos y libertades parece que la intención es lo que cuenta, supongo.
Un día como hoy, 9 de diciembre, pero de 1931, Julián Besteiro, Presidente entonces de las Cortes, promulgaba la Constitución de la Segunda República Española, que elevaba a ley fundamental el sentimiento colectivo de una nueva forma de libertad e igualdad con el que soñaban aquellos con cuyas voces nunca se había contado antes para construir España.
“Artículo primero: España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones”. Bajo los principios básicos de democracia, regionalismo, laicismo y economía social, se desarrollaron 125 artículos que recogían, entre otras muchas cosas, la renuncia a la guerra, la prioridad de que la riqueza se subordinaba al interés general, el sufragio universal que permitió el voto femenino o la indiscutible laicidad del Estado.
Democracia sin complejos ni metáforas; una Constitución que recogía por primera vez en nuestra historia derechos sociales y económicos, igualdad para hombres y mujeres y un sistema de garantías de todos y cada uno de los derechos que consagraba la ley.
Todo un catálogo de progreso, modernidad y justicia social que se enterró con sangre, represión y silencio cinco años después. La dictadura que siguió al golpe de estado y a la guerra se ocupó de borrar de la memoria colectiva el sueño constitucional de un país de iguales y en libertad.
Si pusiéramos el mismo entusiasmo y energía en conocer y asumir la historia de España que en vocear su nombre cien veces con un ardor que nunca he entendido, llegaríamos mucho más lejos. Y lo haríamos juntos, con un orgullo compartido que nunca hemos tenido y que es imprescindible para construir el espacio de convivencia, igualdad y justicia que debiera ser nuestro país.
Más cultura y menos épica.
Les dejo aquí el enlace al texto de la Constitución de 1931 en la página del Congreso de los Diputados.
Hasta el martes que viene. Besos.
Javi Mateo

Javier Mateo
Educador social y exconcejal del Ayuntamiento de Toledo.




