El FIFA de la pantomima

Toledo (Toledo)

En su primera legislatura, Donald Trump ya dejó claro quién era: un presidente que gobernaba desde la confrontación y la vulneración sistemática de derechos humanos, dentro y fuera de sus fronteras. No había lugar para la sorpresa.

Hoy, sin embargo, parece que se le ríen las gracias. Tanto, que hasta se inventa un premio de la paz con sello futbolero para hacerle la pelota. ¿Un galardón de paz para quien ordena ataques contra lanchas en el Caribe, denunciados como ejecuciones extrajudiciales? ¿Un reconocimiento a quien presume de altos el fuego que duran menos que un partido de fútbol, como en Gaza o Israel-Irán?

El fútbol, que debería ser un espacio de unión, se convierte en escenario de servilismo. La FIFA, siempre tan hábil para acomodarse al poder, se presta al juego porque el próximo Mundial se juega en Estados Unidos y conviene tener contento al anfitrión.

Y ahí está la paradoja: se premia la paz a quien la dinamita, se viste de reconciliación lo que es pura propaganda. No es un trofeo, es una coartada. No es deporte, es complicidad.